Investigación: Ruth Gómez, Carlos Villasana y Paulina Salgado
Texto: Angélica Navarrete
Foto antigua: Colección Carlos Villasana -Torres
Foto actual: EL UNIVERSAL

¿Quién no ha pasado por avenida Cuauhtémoc, acudido a la delegación Cuauhtémoc o cerca de la estación Cuauhtémoc de la línea rosa del Metro? Todo es Cuauhtémoc, sin olvidar la glorieta del mismo nombre sobre Reforma, donde se encuentra el monumento al último emperador azteca construido en 1887.

En este lugar cada domingo de cada año cercano al 23 febrero, aniversario del natalicio del “Águila que Cae”, el grupo de danzantes Metzcualo Tonalyeztli Calpulli, que significa familia de la sangre solar y del eclipse lunar, danzan y ofrecen ofrendas al tlatoani desde hace ocho años, comentan a EL UNIVERSAL que todos comenzaron a practicar estos rituales desde pequeños.

Mientras platicamos recibimos burlas y claxonazos, mentadas de madre de automovilistas que pasan por Reforma en rechazo a estas expresiones culturales pero al jefe Alo, líder del grupo, quien al principio fue renuente a nuestras preguntas, no le importa y continúa: “al venir y hacer presencia frente al monumento, queremos dar un mensaje a la sociedad, principalmente el recordar a nuestros antepasados y no olvidar nuestras raíces”,

Él y su familia - como suelen llamarse entre sí – dicen estar muy molestos por los daños y el deterioro que ha tenido esta escultura. “Todos los monumentos que están en la ciudad nos recuerdan alguna acción o persona que hizo el bien por su pueblo, por su país, y por eso merecen todo nuestro honor y respeto”.

Cuauhtémoc es retratado como el emperador que resistió el sitio que los españoles y sus aliados tuvieron sobre Tenochtitlan en 1521, hasta que el 13 de agosto el poderío azteca cayó ante los conquistadores.

A este personaje se le recuerda porque los invasores le quemaron los pies para que dijera dónde se encontraban las arcas de oro del imperio. También se dijo que había sido descubierta su tumba en Ixcateopan, Guerrero. En 1949 se organizó una comisión por parte de la Secretaría de Educación y el Banco de México para confirmar que el hallazgo era negativo. En 1976 se organizó una segunda comisión para estudiar huesos y placas de cobre, lo que derivó en excavaciones por parte de expertos, pero con el tiempo se volvió a refutar la autenticidad de los restos.

Entre los elementos que integran este monumento se encuentra, claro, la figura principal de Cuauhtémoc, en la base se grabaron los nombres de los cuatro guerreros que acompañaban al emperador mexica así como ocho jaguares, dos por lado. Esta obra es del escultor Epitafio Calvo.


Colección Carlos Villasana -Torres


EL UNIVERSAL

Si observas bien las imágenes del antes y después, como en el juego de “encuentra las diferencias”, te darás cuenta que la de fines del siglo XIX e inicios del XX, los felinos portaban penacho orejeras y collares, pero en las fotos más recientes, les faltan varios elementos decorativos como las “orejeras” y los adornos que cuelgan al final de sus collares, de milagro a Cuauhtémoc no le han quitado su lanza porque se ve que la tiene bien agarrada, pero ¿cuándo y por qué les fueron retirados? ¿Por qué no rescatar estas esculturas y remodelarlas según su aspecto original? y, claro, resguardarlas para que no les pase otra vez lo mismo ¿no?


Por cuestiones técnicas, el contenido se publicó dos veces. Aquí está la entrada donde podrás ver que nos compartieron mucho en redes: http://eluni.mx/1OU9ORN

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