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Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana
Foto actual del Hemiciclo: Salvador Corona
Diseño web: Miguel Garnica
Con el bullicio citadino y el organillero como soundtrack del día, caminamos sobre la avenida Juárez con dirección a la Alameda Central y, así, llegar al Hemiciclo. En el trayecto nos cruzamos con los grupos escolares que van al Museo Memoria y Tolerancia y los oficinistas que salen a comer en las cercanías de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Hemos aprovechado la conmemoración del natalicio de Benito Juárez para visitar la obra semicircular que fuera inaugurada por Porfirio Díaz durante las fiestas del Centenario de la Independencia en 1910.
La construcción deslumbra a turistas, estudiantes, empleados y comerciantes por la intensidad de la luz solar sobre el mármol.
Su belleza nos remite a la historiadora Verónica Zárate Toscano, quien señaló que "la Columna de la Independencia y el Hemiciclo a Juárez persisten inamovibles e incuestionables como testimonio de un momento y como una historia materializada en piedra" y que "se resignifican al momento de ser escenarios de conmemoraciones cívicas ya que se les dota de carga histórica, política, económica, social, sobre todo, emotiva".
Tras cruzar la agitada vía, que en la actualidad es Avenida Juárez, charlamos con don Fernando Ramírez Alatorre, un bolero que lleva 13 años ejerciendo su oficio a unos pasos del monumento. Lo abordamos mientras jugaba en su tableta portátil y con gentileza aceptó platicar con EL UNIVERSAL.
Don Fernando Ramírez, bolero, quien lleva 13 años frente al Hemiciclo a Juárez dijo desconocer que antes del Hemiciclo ahí se encontraba el Kiosko Morisco
"No, no sabía que aquí estaba el Kiosco de la Santa María", comentó después de haber visto la fotografía que le mostramos de cuando el Kiosco Morisco estaba en la Alameda Central, justo en el sitio donde ahora resplandece el Hemiciclo al Benemérito de las Américas. Después, regresa la vista a su puesto y menciona que muchas cosas han cambiado en el Centro Histórico desde que él se instaló ahí, y no imagina todo lo que había en ese mismo sitio en otra época.
En la zona que hoy custodian dos policías y una unifila, se encontraba el Kiosco Morisco, estructura de hierro con adornos de estilo arabesco realizada por José Ramón Ibarrola para representar a México en la Exposición Universal de 1884, en Nueva Orleans. Después de ser exhibido en Estados Unidos regresó a México a mediados de 1885 y se colocó en uno de los lugares más importantes de la vida política y social del país: la Alameda Central, donde no tardó en fungir como sede de los sorteos de la Lotería de la Beneficencia Pública.
Anuncio publicitario en inglés de la Lotería Nacional en "Blue Book of Mexico" de Massey Gilbert
Al acercarse el Centenario de la Independencia, Porfirio Díaz arrancó sus planes para celebrarlo con la construcción de inmuebles que cimentaran la identidad nacional. Por ello, el Kiosco fue trasladado a la colonia Santa María la Ribera y en su lugar se erigieron doce columnas trazando un semicírculo que soportan la estatua sedente de Benito Juárez, flanqueado por dos personajes femeninos en representación de la Patria —quien lo corona— y la Ley. El conjunto arquitectónico fue creado por Guillermo Heredia, con esculturas de Lazaroni.
Aquí el Hemiciclo a Juárez en la década de los años cuarenta
En el artículo "Juárez, los artilugios de su memoria", el subdirector de Recintos de la SHCP, Carlos Mújica Suárez, explicó que "se situó precisamente en el punto medio del eje ritual cívico-funerario, entre el Palacio Nacional [donde falleció] y el Panteón de San Fernando [donde fue enterrado]; es decir, dentro de la traza que recorría cada año la gran procesión conmemorativa a Benito Juárez".
Asimismo, Mújica Suárez señala que "la magna obra guardaba simultáneamente un lenguaje cerrado dirigido al círculo reservado de masones y, otro abierto, encauzado a todo tipo de espectadores. En el primer caso, la plétora de simbolismos masónicos exhibidos en el conjunto escultórico servía para edificar el culto juarista entre los miembros de las diferentes logias y, en el segundo, se pretendía (...) causar efecto emotivo en los ciudadanos."
Don Fernando narra a EL UNIVERSAL que frente al monumento nunca hace falta "turismo, manifestaciones ni indigentes" y mientras prepara los materiales que ocupará en el ritual del aseado de calzado (enjuague con jabón especial para zapatos, cera, grasa, un cepillo eléctrico que él mismo ideó y sus franelas), nos dice que "la gente camina muy a gusto aquí, porque arreglaron muy bonito. Cuando yo llegué todavía estaba medio ‘feito’ pero de diez años para acá se ha visto la diferencia y bastante".
Respecto a las manifestaciones, don Fernando cuenta que la mayoría son tranquilas y no le perjudica "pero en las pesadas, cuando no falta el porro o malandrín que viene a hacer desmanes, ahí vienen y nos avisan los polis [a los boleros, puestos de periódico y lotería] para que nos levantemos y no tomemos riesgos".
Vista aérea del Hemiciclo a Juárez desde lo alto de Conjunto Alameda en 1974, dichos edificios resultaron afectados tras el sismo de 1985, por lo que después fueron demolidos
Mientras don Fernando platica con EL UNIVERSAL, varios señores pasaron por su silla, unos comentaron que hay muchas cosas de nuestro país que no sabemos; otros, se limitaban a decir que "estamos muy mal", retirándose luego de pagar 20 pesos por su boleada. Su clientela es diversa, lo visitan oficinistas de la Secretaría de Relaciones Exteriores, abogados de los juzgados o notarias y gente que pasa por ahí; mientras que los sábados recibe a los clientes que "saben que en el centro boleamos muy bien y acostumbran a traer sus zapatos a que se los aseemos para la semana". Al acercarse las cinco de la tarde, don Fernando alista todo para regresar a casa.
Que el Hemiciclo a Juárez esté acordonado no es nada nuevo, se tiene bajo vigilancia para que no se repita un incidente parecido al del joven que decapitó al águila ubicada en la parte inferior del monumento en 2003, pues aún con el resguardo, a lo largo de trece años —que coinciden con los que don Fernando ha estado ahí— ha sido vandalizado.
La Alameda ha vivido los cambios de la Ciudad de México como ningún mexicano, afortunadamente siempre tendremos algún registro que nos permitirá conocer cómo fue aquello que "no nos tocó". Un ejemplo de ello —aunado a las fotografías— es el famoso mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central" de Diego Rivera, donde se observa, a la izquierda del retrato de Benito Juárez, la cúpula del Kiosco Morisco.
Escena cotidiana en la Alameda Central, donde al fondo se encuentra el Kiosko Morisco- Cortesía Universidad Iberoamericana UIA
Fotos antiguas: Colección Villasana-Torres; Blue Book of Mexico y cortersía UIA.
Fuente: El Universal, don Fernando Ramírez Alatorre, "Juárez, los artilugios de su memoria" de Carlos Mújica Suárez actual Subdirector de Recintos de la SHCP y "Los hitos de la memoria o los monumentos en el centenario de la Independencia de México. Ópera imaginaria en una Obertura y Tres Actos" de Verónica Zárate Toscano, COLMEX.