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Celebraremos el Centenario de la Constitución, el marco jurídico que le da forma al Estado mexicano y diseño a nuestras instituciones. El tema no es menor, la Carta Magna dio fortaleza, intencionalidad, direccionalidad, funcionalidad y una aspiración de futuro a una nación que venía de un periodo de conflicto.
El texto de 1917 materializó las aspiraciones de la Revolución, dio identidad al Estado mexicano con una visión nacionalista, liberal, social, la defensa de recursos naturales y una clara agenda agrarista, laboralista y de justicia social. Esto se tradujo en un periodo de estabilidad, desarrollo y prestigio para nuestro país.
La Constitución ha tenido avances importantes en materia de derechos humanos, convencionalidad, equidad e igualdad. La democracia y las condiciones de competencia política han tenido mejoras importantes, pero también, hay que decirlo, existen reformas que han dado malos resultados.
Hoy tenemos un Estado debilitado, instituciones desprestigiadas, al tiempo que la capacidad de responder a los problemas disminuye de manera importante. En gran parte, los cambios en la Constitución vulneraron la potencia del Estado y la soberanía se remató por una fantasía de mercado, un sueño de modernización tan anacrónico como fallido.
La Constitución fue demolida en algunos de sus pilares, como los artículos 27, 28 y 123, lo cual se muestra no sólo en tener uno de los salarios más bajos del mundo o en los “gasolinazos”; con ello la soberanía se vio comprometida. Los ataques de Donald Trump y las amenazas son posibles porque no entendimos que el petróleo tiene un valor económico, pero también un valor político. Con las reformas a la Constitución, México perdió herramientas de negociación.
No se trata de ver al pasado, sino qué es lo más conveniente para el país. Los valores que le dieron vida a la Constitución son un debate vigente, tienen gran potencia y utilidad frente a un paradigma de superioridad racial, violación de derechos humanos, el abuso del poder, donde no cabe el reconocimiento de la otredad o la diferencia, la solidaridad o la conciencia del dolor ajeno. La igualdad significa injusticia y perjuicio.
En este Centenario, es importante considerar en la agenda la restauración de la soberanía y la defensa de los valores social y humano, como eje de la acción del Estado.
Senador de la República por el Partido de la Revolución Democrática