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Es común atribuir la contaminación del aire en el Valle de México, sobre todo entre quienes la generan y algunos de quienes dicen combatirla, a causas aparentemente obvias. Se menciona, por ejemplo, las condiciones orográficas, la falta de vientos, lluvias, la luminosidad en el Valle, etcétera. La contaminación no la produce la meteorología, la orografía, ni la dirección o intensidad de los vientos, la producen principalmente los vehículos automotores y la industria de la Ciudad de México y del Estado de México, lo demás son agravantes.
Las declaraciones de la secretaria Tania Müller, en el sentido de que la contaminación se produce en el Estado de México, y que los vientos la traen a la capital del país, ejemplifican esta forma de pensar.
Ciertamente los vientos transportan los contaminantes de un lado a otro, incluso, entre países y continentes. No mencionó la secretaria a dónde van los contaminantes que la Ciudad produce, qué otras entidades o territorios reciben los millones de toneladas que se generan en la capital del país.
Pero su misma lógica la podría aplicar a la CDMX. De tal manera que tendría que decir que la contaminación que se genera en el norte, centro y oriente de la Ciudad de México, y que se transporta por los vientos al sur y otras zonas de la capital, debe ser atendida únicamente por las delegaciones correspondientes, y que las delegaciones receptoras de contaminantes, y el mismo gobierno central de la ciudad, no tienen ninguna responsabilidad al respecto.
No se le ocurrió tampoco a la secretaria señalar que la Ciudad de México, recibe millones de litros de agua limpia del Cutzamala y otras fuentes y le envía millones de litros de aguas negras al Mezquital y otros sitios del país.
Una flota vehicular y una planta industrial obsoleta y contaminante. De los alrededor de 5 millones de vehículos automotores que circula en el Valle de México, sólo los automovilistas privados están sujetos a un sistema más o menos formal de Verificación Vehicular, particularmente los de la Ciudad de México en donde, a pesar de actos de corrupción detectados en diversos verificentros, el control y vigilancia que ejerce sobre ellos la autoridad es mucho más estricto que en el Estado de México.
Todos los otros medios de transporte, de pasajeros, de carga, locales y foráneos, particularmente cuando están organizados en corporaciones o grupos de presión, no están sometidos a un verdadero sistema de verificación. Esta flota vehicular, particularmente los de carga, los materialistas y demás equipos y maquinaria utilizados en la industria de la construcción, y también una gran proporción de los vehículos gubernamentales, del sistema de limpia y de servicios urbanos, obras públicas, etcétera, no sólo emiten enormes volúmenes de contaminantes, sino que lo hacen de manera ostensible e impune. No hay ninguna otra explicación posible para verlos en las calles con la complacencia y complicidad gubernamental.
Por su parte, las sustancias que emite la planta industrial a la atmósfera metropolitana permite deducir, no sólo la obsolescencia de su maquinaria y equipos, sino también la calidad de los combustibles utilizados y la ineficiencia de sus procesos productivos.
Las Soluciones. a) En el plano macro, una planeación urbana en concordancia con la del transporte y la ambiental.
b) Todos los modos de transporte actualmente compiten entre sí por los pasajeros. Urge una verdadera articulación modal.
c) Las unidades de transporte, incluidos los taxis, se encuentran en pésimas condiciones mecánicas, físicas y son altamente contaminantes; urge su renovación y mantenimiento permanente.
d) Imponer un sistema de verificación estricta, efectiva y transparente en toda la megalópolis al transporte de carga, de pasajeros intra-megalopolitano, federal, gubernamental y de la industria de la construcción, que constituyen un ámbito de ilegalidad, de no aplicación tolerada de las leyes ambientales.
e) Obligar a los fabricantes de vehículos a vender en el mercado nacional vehículos con los mismos estándares que los que se exportan a Estados Unidos.
f) Crear una verdadera autoridad metropolitana o megalopolitana e instituciones fiscalizadoras con poderes constitucionales e independencia para definir políticas en estos ámbitos regionales, y una fiscalía dotada de independencia y poderes constitucionales para hacer cumplir las normas ambientales.
g) Y revisar, fiscalizar, y modernizar el sistema de generación, trasmisión y difusión de la información referente a la contaminación atmosférica.
Profesor-investigador en El Colegio de México, doctor en Política Ambiental por el University College London, profesor visitante en el Massachusetts
Institute of Technology. @jlezama
http:// joseluislezama.blogspot.mx/