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Clinton aventaja por dos décimas a Donald Trump en el voto popular (47.7 a 47.5). Las encuestas, en cambio, le dieron una ventaja de 3.3 puntos (Real Clear Politics) y hasta de casi 5 puntos en el promedio de Huffington Post. Las simpatías por Clinton se estimaron con relativa precisión en los promedios nacionales, pero no para el caso de Trump.
Las encuestas previas dieron 45.5 para Clinton, 42.2 para Trump, 6.8 para otros candidatos y 5.7% de indecisos (RCP). Huffington Post arroja cifras similares, salvo que los indecisos y otras fuerzas sumaron 14%. El que los dos punteros acumularan sólo 86-87% de la intención de voto fue motivo de preocupación entre analistas como N. Silver (en 2012 Obama y Romney tenían 97% de las preferencias). El alto número de indecisos introducía un elemento más de incertidumbre y la presencia de un tercer o cuarto candidato abría la puerta a la posibilidad de un voto estratégico a favor de Clinton o de Trump en el último momento.
Aunque no es posible saber con precisión qué ocurrió, los datos sugieren que los indecisos y el voto estratégico se orientaron mayoritariamente hacia Trump y no hacia Clinton. Así, Trump alcanza a Clinton en el voto nacional y ambos candidatos reciben 95% de los votos. Los encuestadores del país vecino podrían haber imputado las preferencias de los indecisos o considerado la posibilidad de voto estratégico, pero no lo hicieron.
Los errores de medición, sin embargo, fueron mayores a nivel estatal. Y fueron sistemáticos. Salvo un puñado de estados, las encuestas subestimaron la fuerza electoral de Trump. Dado que en EU lo importante es ganar los estados, subestimar a Trump algunos puntos no hace diferencia en una entidad sólidamente demócrata o republicana; pero en uno donde la ventaja de Clinton es reducida tiene un gran impacto ya que las encuestas darán un ganador equivocado. Eso ocurrió en Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Florida (con base en datos de HuffPost).
Los tres primeros estados eran considerados territorio de Clinton. Su ventaja era de 5-6 puntos porcentuales. En Pensilvania, por ejemplo, en el promedio de encuestas HC aventajaba 46- 41, pero Trump ganó 48.8 a 47.6. Los 20 votos de Pensilvania fueron a manos de Trump. Una historia similar se dio en Wisconsin y Michigan. En total, estos tres estados aportan a Trump 46 de los 270 votos necesarios para ganar la Presidencia. Los pronósticos asignaban estos votos a Clinton pero, al cambiar de manos, también cambiaron la historia de quién sería el ganador de la contienda.
Como ha señalado Andrew Gelman, los errores demoscópicos fueron mayores en lugares que ganó Romney en 2012, es decir, en estados republicanos: en Virginia Occidental, Dakota del Norte o Misouri la ventaja de Trump fue mayor a la que estimaban las encuestas. Sin embargo, dado el sistema electoral, esto no afectó las posibilidades de victoria de Trump.
¿Hubo algún grupo socioeconómico cuyas preferencias no fueron detectadas? Para saberlo, comparamos los resultados de encuestas preelectorales (Fox News, ABC-WP, YouGov) con los de la encuesta de salida. En particular hay dos grupos que presentan una subestimación significativa de Trump. El mayor error fue en el caso de los varones. Las encuestas daban a Trump una ventaja en este grupo de 5 a 7 puntos. La encuesta de salida indica que la ventaja fue de 12 puntos. Los hombres representan la mitad del electorado, por lo que el error de medición significa 2-3 puntos de subestimación de Trump a nivel nacional. El voto masculino por Clinton, en cambio, fue medido de manera correcta.
Otro grupo donde se presenta subestimación de Trump son los votantes blancos. En las encuestas preelectorales su ventaja es de 15-17 puntos pero en la encuesta de salida es de 21 puntos. El perfil del votante cuyas preferencias por Trump fueron subestimadas apunta hacia los hombres de raza blanca. Es difícil saber cuál es el origen del error de medición. Puede ser deseabilidad social (votantes “tímidos” por Trump que no se atreven a expresar su apoyo a un candidato tan polémico), pueden ser votantes en conflicto, atrapados entre su rechazo a Trump y a Clinton, pero que al final votaron por el cambio, o pueden ser votantes estratégicos. También puede ser el abstencionismo (aunque la encuesta de salida indica que el voto afroamericano e hispano es proporcional al de su peso en la población elegible, 12 y 11% respectivamente).
En todo caso esta es una primera aproximación. Debemos esperar a contar con mayor información para analizar a profundidad por qué las encuestas no anticiparon el triunfo de Trump.
Director de Buendía & Laredo