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Para muchos organismos electorales, el cambio de siglo trajo debates importantes. Instituciones de todo el mundo han debido discutir si existen ya las condiciones para que los ciudadanos sufraguen a través de la red y, en su caso, cuáles son las condiciones de seguridad óptimas para ese propósito.
Son pioneros en ese tema distintos estados de la Unión Americana, Reino Unido, Canadá, Francia y Suiza. Es posible hallar experiencias exitosas también en Australia, España e India. Es emblemático el caso de Estonia, que ha aplicado el voto por internet en cinco elecciones nacionales, alcanzando siempre aumentos en las tasas de participación electoral. El éxito que se logró en el país báltico llevó a su gobierno a generar una “identidad digital” que funciona a los ciudadanos para realizar diversos trámites.
En el caso mexicano, desde 2012 el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) opera un sistema que hace accesible el voto a través de internet a los oriundos de la capital que viven en el extranjero (previo registro en el listado nominal INE). Además, los residentes en la Ciudad han emitido alrededor de 290 mil sufragios a través de la red, en el marco de las elecciones de comités ciudadanos y consejos de los pueblos, así como en las consultas de presupuesto participativo.
En un contexto de crecimiento exponencial en el acceso a internet (la Ciudad de México tiene niveles similares a Italia o Portugal), el tema del sufragio remoto no es solamente una manera de acercar el voto a los electores. En palabras del Comité de Derechos Humanos de la ONU la red debe ser considerada un espacio “para potenciar los derechos humanos”, razón por la cual el acceso de la sociedad “debe mantenerse especialmente en momentos políticos clave como elecciones [y] tiempos de intranquilidad…”
De ahí la importancia de la solicitud que algunas organizaciones formularon recientemente en el sentido de revisar si existía la posibilidad de que algún individuo suplantara la identidad de otra persona y emitiera un sufragio en su nombre a través de la red. Algunos otros se pronunciaron por suspender definitivamente el voto remoto.
Se trata de planteamientos sensibles que debían ser atendidos con toda responsabilidad. En el extremo podrían implicar la regresión en derechos ejercidos por años. Para decidir algo así, era menester que la autoridad electoral estuviera segura de la imposibilidad técnica de solventar los eventuales desafíos que tuviera el sistema.
Dichas demandas, aunadas a la recomendación del Consejo de Europa en el sentido de verificar periódicamente si el cambio tecnológico mantiene seguro el voto por internet, llevaron al IEDF a integrar un Comité Técnico que revisara el sistema. Especialistas ajenos al Instituto revisaron —frente a los Consejeros y partidos políticos — la evidencia y determinaron que “cuenta con elementos más que suficientes para garantizar la seguridad de la emisión de la votación y opinión vía remota”. Su dictamen es coincidente con el de otras revisiones técnicas, así como con los hallazgos a los que llegó hace algunos años el TEPJF, cuando confirmó la validez de su utilización para el voto migrante.
No obstante, el equipo técnico reconoció que el modelo de entrega de contraseñas que se ocupaba en el pasado mostraba ya signos de obsolescencia. Recomendó entregarlas directamente a los domicilios de los votantes que así lo solicitaran. A su vez, sugirió un token que —en el último minuto — se distribuirá a los electores para validar que siguen contando con su contraseña. Es decir, los ciudadanos deberán identificarse en tres momentos, para poder garantizar el principio de “una persona un voto”.
Los desafíos tecnológicos han sido resueltos con responsabilidad. La Ciudad de México sigue generando innovaciones que están a la altura de otros organismos electorales del mundo. El voto por internet es seguro. El turno ahora está en los ciudadanos que podrán decidir si opinar a través de esta vía o hacerlo en forma presencial.
Miembro del Consejo General del Instituto Electoral del Distrito Federal
@yuribeltranm