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El día de mañana culmina mi periodo como comisionada presidente de una noble institución creada por las y los mexicanos para garantizar y promover los derechos fundamentales de acceso a la información y de protección de datos personales. Ello me da motivo a recapitular aspectos relevantes de estos últimos tres años para entender mejor los logros y retos del Inai.
Tomo como eje la reforma constitucional de 2014 en la materia. Lo ahí dispuesto fortaleció al Instituto al darle autonomía y carácter nacional. También obligó a expedir la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, calificada como la mejor del mundo. De ahí que, durante el periodo, el Inai supervisara la armonización de las leyes locales a la general, asunto que mereció mucho trabajo de reflexión y también de salir a convencer, de crear alianzas estratégicas con diversos actores tanto del sector gubernamental como del de la sociedad civil organizada durante estos años.
Esa Ley General también abrió el abanico de sujetos obligados hasta donde más. Se resume en “cualquier persona física, moral o sindicato que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de autoridad”. En números, esto quiere decir que pasamos de 246 sujetos obligados a nivel federal a 868, y a casi 8 mil a niveles federal y local. Incluye ahora sindicatos, partidos políticos, fondos y fideicomisos, y otra serie de instituciones que el Inai ha ido tutelando para que cumplan con lo que en la ley se exige. Es un triunfo importantísimo en materia de transparencia y rendición de cuentas en el país que obliga a iluminar cientos sino es que miles de recovecos opacos que despertaban con razón la suspicacia y la sospecha ciudadana.
Otro punto muy relevante derivado de la reforma constitucional y la ley fue la instrucción de crear el Sistema Nacional de Transparencia (SNT), organismo que está llamado a ser uno de los pilares de nuestra democracia moderna. Su existencia es una muestra clara y ejemplar de federalismo cooperativo. Con él se garantiza la unidad y los pisos parejos en materia de los derechos a saber y a la protección de datos personales en todo rincón del país.
El último punto a considerar aquí es la instrucción de crear y administrar la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT). Este instrumento es único en el mundo. Busca funcionar como una ventanilla única para solicitar y acceder a información de esos casi 8 mil sujetos obligados ya mencionados. Fue pensada teniendo como base tres principios: la integración, interconexión y simplificación. Cada uno de éstos ha representado distintos desafíos: la integración, sumar voluntades; la interconexión, solucionar las muchas desigualdades técnicas existentes; la simplificación, idear las formas para tomar un mar de información y presentarlo de la mejor manera posible.
En un proyecto de estas dimensiones y características resulta ingenuo pensar que se va a estar exento de incidencias. Y aunque hasta donde vamos, la mayoría de ellas han sido resueltas, quedan pendientes que con trabajo y diálogo deberemos ir superando.
Por lo expuesto, puedo afirmar que durante este periodo La Casa de la Transparencia ha cumplido con el compromiso establecido con las y los mexicanos. No obstante, continúa la aspiración democrática de lograr contribuir de manera más contundente a combatir los flagelos de la impunidad y la corrupción. El colegiado institucional, a quienes agradezco su profesionalismo, compromiso y apoyo brindado durante estos tres años, deberá seguir convenciendo, con argumentos a favor de la nación, acerca del sinsentido de la reticencia a entregar información y de lo insostenible que resulta pensar que la transparencia es un asunto opcional.
Mañana habrá un relevo que a eso abona. Es una transición que garantiza la continuidad de un organismo del que debemos estar orgullosos todos las y los mexicanos. Es un día de fiesta en ese sentido. Para lo venidero, el reto será hacer crecer la transparencia, superar las marcas de eficacia, eficiencia y calidad y defender la valiosa autonomía adquirida.
Para la sociedad, el reto continuará siendo mantener viva la democracia con su participación, haciéndose responsable de sus acciones y, a los otros, responsables de las suyas. El Estado de Derecho, al fin y al cabo, es el reflejo de nuestras acciones.
Comisionada presidente del Inai.
@XimenaPuente