No es novedad señalar que la confianza de las personas ha ido decreciendo. Nuestros marcos de sospecha hacia lo gubernamental, lo institucional, lo empresarial y hasta lo interpersonal han ido creciendo. En 1993, aquellos mexicanas o mexicanos que estaban de acuerdo con la frase “se puede confiar en la mayoría de las personas” sumaban 30%; y en 2014, tan solo 12%, según cifras presentadas por Ortiz-Ospina y Roser en OurWorldInData.org. Como referencia, en los países nórdicos, esa cifra es de alrededor de 60%.

Lo anterior nos mete en un camino pedregoso, ya que la confianza, para expertos en su estudio como David Putnam, es un capital social fundamental para el beneficio ciudadano y el crecimiento económico. Sin ella el gasto en recursos se eleva de manera importante. Varios ejemplos claros al respecto se discutieron estos días durante el foro Seguridad y Acceso a la Información organizado por el Inai. Ahí, mi colega Joel Salas señalaba que 45.5% de la población desconfía de la información que es entregada por los sujetos obligados en materia de seguridad. Y las razones para desconfiar, según lo puntualizaron diversos panelistas en el evento, son fundadas: la información se contradice, los datos aparecen o desaparecen sin explicación, se niegan documentos públicos, entre otras. Esto implica mayores esfuerzos para los periodistas y los propios sujetos obligados, trámites judiciales, pérdidas de tiempo y un largo etcétera equivalente a un dispendio innecesario de recursos. (Todas las mesas del foro se pueden consultar en www.inai.org.mx).

En este contexto, el llamado a la confianza por parte de las autoridades es común y no está mal per se, siempre y cuando tengamos en consideración, por ejemplo, que son los gestos claros los que ganan la confianza; que ésta se otorga, no basta con enunciarla o pedirla; que ese bien social es un asunto que mezcla sentimientos y realidad y que, como dijo el doctor Allen Beck en la inauguración del foro, esos son asuntos que toman tiempo y se basan en el desempeño sostenible.

Por otra parte, es cierto que los índices de confianza son complejos por la naturaleza misma de lo que miden. No es lo mismo confiar en las capacidades o competencias de alguien, que en que ese alguien nos va a engañar; también hay que considerar que este atributo puede tener niveles como apunta Nooteboom (2010), esto es, se puede confiar en las personas, pero no en las instituciones, en las instituciones, aunque no en el sistema, en el sistema, y no en las personas. Encima de todo esto, la confianza está sujeta a una eterna paradoja: presupone falta de información (de otra manera no habría nada en qué confiar), pero se basa en información (acerca de la reputación, las motivaciones o lo que se conoce).

A pesar del carácter elusivo de su medición, en el fondo, la confianza tiene que ver con la capacidad de honrar los compromisos, y ello se debe procurar con al menos tres elementos: datos, diálogos y consecuencias.

Como ya mencioné, el foro nos permitió ver que en cuestión de datos aún hay mucho por hacer ya que persisten las anomalías e inconsistencias en las entregas de los mismos. El Sistema Nacional de Transparencia debe contribuir a atender ésto a través de la sistematización y la homologación de información presentada en la Plataforma Nacional de Transparencia para así tener un mayor control.

En lo referente al diálogo, es imperante buscar herramientas para tener uno permanente y abierto entre sociedad y gobierno, no como partes en pugna, sino como complementos de un mismo interés. Y en esto, el discurso no puede estar alejado de los hechos —por eso los datos compartidos son relevantes—. Finalmente, para volver a tener la confianza de la ciudadanía, se deben mostrar consecuencias buenas o malas de las acciones emprendidas, sin ellas la confianza se fractura y poco importarán los datos o el diálogo.

La tarea es importantísima, en ella va la viabilidad misma del país y de nuestra democracia. Recobrar la confianza debe ser un objetivo primordial de toda política y función pública. En el Inai seguiremos trabajando con ahínco, seriedad y transparencia para merecerla.

Comisionada Presidente del Inai.
@XimenaPuente

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