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Hoy es 19 y este día se cumplen 30 años del terremoto de 1985. Mucho que recordar y poco espacio para hacerlo. Son tres décadas de una refundación social de la capital y el surgimiento de una nueva sociedad civil en la ciudad.
Son también 30 años de trabajo viendo para otros. En 1985 tenía 17 y estaba en la Prepa 6, estudiaba fotografía y eso le dio un sentido concreto a mi vida, que sin duda ha definido lo que soy ahora a mis 47.
No olvido a mis maestros, al querido Carlos Morales, director de Casa de las Imágenes, quien me enseñó muchos de los secretos de la fotografía y su lectura visual; a mi padre, quien me regaló la primera cámara Canon en 1983; a mis amigos de entonces, compañeros de la Secundaria No. 3, aquella que se derrumbó en avenida Chapultepec durante el temblor del 85.
Han sido 15 años de fotografía analógica y 15 de fotografía digital a lo largo de mi carrera como fotógrafo documentalista, quizá mis mejores fotos se encuentren en el carrusel de negativos que conservo celosamente desde entonces en mi archivo personal.
Hoy en día, al paso de los años, he cumplido algunas metas y sin embargo siempre hay retos nuevos que enfrentar. He conocido días de enorme satisfacción personal y profesional, pero también he sido testigo de las peores noches de mi vida.
A lo largo de estas tres décadas he sido testigo privilegiado de diversos acontecimientos claves en nuestro país y buena parte del resto del mundo. Fui testigo del caos en la ciudad durante el terremoto, presencié la euforia política del 88, el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, asesinatos, elecciones; el derrumbe de las Torres Gemelas en 2001, la Guerra en Medio Oriente, conocí un cuartel de Hezbollá, acompañé a los chilenos en su 30 aniversario del golpe a Allende, etcétera, etcétera.
Buena parte de lo que soy, la he forjado a través de la imagen y eso me llena de orgullo, he trabajado al lado de estupendos profesionales y he sido parte de redacciones inolvidables, también he conocido la mezquindad y soberbia de algunos y he sido víctima de dos o tres estupideces, típicas del ser humano.
Sin embargo, si tuviera que hacer un balance de mi desempeño profesional, no sabría cómo evaluarlo, siento que aún me hace falta tanto por aprender, que al final me inhibe el balance. Seguro también he cometido mil errores, seguro.
Respecto a lo vivido y viajado, el saldo es intenso, y sin embargo uno no se cansa de nada, hoy siento un equilibrio personal que nunca imaginé alcanzar, curiosamente llego a estos 30 años de trabajo profesional con mucha serenidad y algo de madurez.
La fotografía es una elección de vida que penetra los poros y te atrapa con el tiempo, se vuelve casi indisoluble a la experiencia vital, por ello, en mi caso, la imagen es vida, es oxígeno, es alimento. Sólo así se le resiste, se le disfruta. Así son las pasiones, calan hasta el tuétano.
Mucho que agradecer en estos años, mucho.
De nuevo mil gracias.
@MxUlysses