Hace días tuve la oportunidad de ver en el IFAL, un documental sobre los colegas que trabajan la Nota Roja; se trata de un interesante trabajo de la francesa Alice Colomer-Kang.

Hemingway decía que Ilo único que nos separa de la muerte es el tiempo” y tenía toda la razón. Por ello, este trabajo tiene su mérito en el hecho de que nos acerca a la muerte sin ser tocados por ella.

Narrar es el arte de contar historias. Los
elementos claves de este documental radican en la relación que se establece entre los personajes y su mirada. Toda trama implica una transformación y aquí el detonante es la muerte.

La pieza arranca en un cementerio. El documental dura casi 25 minutos y combina observación con testimonio directo de distintos fotógrafos; participan ahí personajes como Fernando Ramírez, de EL UNIVERSAL, mejor conocido en los bajos mundos como “El Torito”; Luis Becerra de La Prensa; y los colegas Luis Vargas Reyes y María Eugenia Martínez de Pásala, ésta última, una de las poquísimas mujeres que andan a la caza del terror.

Mención aparte merece la participación de David Fuentes, reportero incansable que cuenta con una experiencia de más de 15 años, cubriendo asuntos de seguridad y crimen organizado, como casi nadie en este país. Desde Ciudad Juárez y hasta Tepito, nadie conoce mejor las redes de la muerte como este admirado colega. Sus testimonios estremecen.

Toda narrativa audiovisual es un acto donde la imagen experimenta un cambio de estado, se pasa de una determinada potencialidad a un estado de ser. El género documental tiene la facultad de disponer de contenidos visuales y sonoros que relatan historias. Es decir, al final se transmite con ello un discurso que trastoca.

Este corto tiene una mirada experimental creativa. Toma distancia, pero retrata bien el ambiente sórdido entre luces rojas, cintas amarillas y familiares destruidos en torno a un cuerpo sin vida. Es tridimensional, incluye experiencia, reflexión y trabajo de campo.

El documental costó 2,000 euros y se rodó en dos semanas, pero toda la producción les llevó poco más de cuatro meses.

Lo malo, es que por supuesto no alcanzan esos minutos para profundizar en el tema y lamentablemente faltan muchos colegas que a diario se desvelan en esa fuente del horror. Además, al final resulta ser un documental focalizado sólo en lo que sucede aquí en la Ciudad de México, que como sabemos no es ni por mucho, la peor ciudad en términos de seguridad y crimen. Los colegas de Veracruz, Tamaulipas, Juárez, Tijuana, Guerrero o Michoacán por mencionar algunos, podrían dar cuenta de ello.

Sabemos que fuera de nuestra zona metropolitana, es donde más se visibiliza este infierno alimentado por la falta de oportunidades, la impunidad y la ambición desmedida de muchos. También faltan algunas referencias básicas como lo hecho por el maestro Metinides y otros muchos que han dejado la piel en este difícil y siempre incomprendido género periodístico.

Pero eso sí, quiero destacar la propuesta visual de Alice, quien se arriesga a combinar foto fija con imagen en movimiento y eso genera una sensación tan extraña y surrealista como las imágenes que se dan en el contexto de la muerte.

Y finalmente, si consideramos a la Nota Roja como un indicador social sobre la salud colectiva de una comunidad, claramente nuestro país no supera la prueba del ácido. México es un país violento, cruel en muchos sentidos, con una sociedad enferma y muchas veces sin piedad por el otro. Reflejo de ello, es este documental que da fe del trabajo de mis admirados colegas de la noche.

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