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A Héctor de Mauleón, por valiente
Han pasado siete días desde el enfrentamiento de Nochixtlán en Oaxaca y es la hora que no conocemos una sola foto de la gente “infiltrada” que presuntamente disparó contra los maestros, policías estatales y federales que estaban en aquel bloqueo. Vamos, ni siquiera hemos visto a los policías heridos de bala.
Hay ocho muertos civiles que ya vimos. Hay decenas de policías heridos que no hemos visto. Hay varias imágenes de policías apuntando sus armas. Pero no vemos a los halcones en las azoteas disparando a mansalva. ¿Resultado?: Caos informativo. Propaganda y mentiras ganan terreno.
¿Cómo es posible que de pronto haya tanta torpeza en un sólo sitio? Ustedes disculparán el tono de hoy, pero es que no es admisible que retrocedamos 50 años en los avances políticos y de comunicación que tanto nos han costado como sociedad.
¿Quién ordenó disparar primero? Hay total opacidad. Leo puntualmente las extraordinarias columnas de Héctor de Mauleón en este mismo diario y no salgo de mi asombro. Héctor es el más preciso de los columnistas que con toda valentía nos cuenta lo que de otra forma serían rumores.
Si tan sólo nos detenemos en el asesinato ese domingo del colega Elidio Ramos Zárate, muerto a sangre fría por encapuchados que saqueaban tiendas en Juchitán al grito de ¡Viva la CNTE y muera el mal gobierno! Entonces empezaríamos a entender.
¿Dónde está la indignación colectiva de ese cobarde asesinato? ¿En dónde están los amigos de Artículo 19? ¿Por qué no se pone el grito en el cielo cuando a un periodista lo mata un civil radicalizado? ¿Qué nos pasa? ¿Sólo el gobierno mata? No. En este país cualquiera asesina y no pasa nada.
Aunque la PGR y la Comisión Nacional de Derechos Humanos ya trabajan en una investigación del caso, es obvio que al final nadie les va a creer. Según Enrique Galindo, comisionado de la PF, unas 2 mil personas los rodearon a punta de piedras, palos y balazos, y se dijeron sorprendidos, ok. Yo no tengo porque dudar de esa versión, pero ¿y las imágenes? ¿Las contradicciones? ¿El informe? No hay a quién creerle, pues.
Hasta el cierre de esta columna sólo hay fotos de un par de agencias internacionales, en donde se ve a un pequeño grupo de Federales empuñando sus armas. Pero nada más.
¿Qué pasa con la capacidad de comunicación del gobierno? ¿Creen que con un tour por estaciones de radio, repitiendo los hechos, se convencerá a una sociedad que ya no cree en nada ni en nadie? ¿Por qué no se les ocurre enviar un par de drones con cámaras de video, junto con fotógrafos en tierra para documentarlo todo? O camaritas en los cascos. Al menos hubieran empatado la narrativa mediática. Pero ni eso.
Y entonces ¿qué hacemos?, ¿dónde están las imágenes que respaldan lo dicho por el gobierno?, ¿cuándo las veremos? Definitivamente, si esa fotos no aparecen, jamás logrará el gobierno convencer de nada.
Al final, para bien o para mal, la imagen sigue siendo un argumento fuerte, por eso mataron a Zárate, porque estaba grabando con su teléfono, por eso en esta columna hoy no hay imagen, porque estamos de luto.
El mal humor social es ya una epidemia, llegó para quedarse y se multiplica por las redes sociales; si nadie es capaz de equilibrar la segunda etapa de todo conflicto: el mediático, entonces volverán a perder la narrativa de los hechos, como ya pasó en Iguala.
En síntesis, la política de comunicación de este gobierno es un desastre. El país es un territorio sin ley, inmerso en el caos y en una crisis de confianza colectiva que a nadie beneficia.
@MxUlysses