(Foto de Alejandra Leyva en el estreno de la película Star Wars -ALEJANDRA LEYVA. EL UNIVERSAL-)

La primera vez que fui al cine tenía nueve años e iba de la mano de mi padre; no recuerdo el cine pero si la película. Era La Guerra de las galaxias, que en México se estrenó a finales de 1977, seis meses después de su debut en Estados Unidos, era otro mundo.

Ese año conocimos a Darth Vader y nos estremecimos con aquella batalla, donde Luke se entera que el malo, malo, es nada menos que su padre. Un momento que estremece y que está en la memoria colectiva de todos nosotros; se trata de un instante que dura menos de dos minutos en pantalla y que trasciende su tiempo.

Nuestra Galaxia venía de la guerra en Vietnam y del estreno de otros clásicos, Fiebre de sábado por la noche y, ese mismo año, Encuentros cercanos del tercer tipo, de Steven Spielberg; cuatro años antes, en 1973, se estrena la espantosa película de El exorcista, de William Friedkin.

Y en un planeta no tan lejano, México era gobernado por López Portillo, quien fue candidato único en 1976, del partido único que lo controlaba todo. Y para los que dicen que nada ha cambiado, aquel Presidente ganó con más de 91% de los votos posibles de aquella elección. Éramos un país de 65 millones, casi la mitad de lo que somos hoy.

Si algo construyó la narrativa visual en el siglo XX, fue precisamente el cine, y en una época sin Internet, con televisión analógica en blanco y negro, y cinco canales al aire, sin videocasetera ni YouTube y ni soñar con Netflix; creanme, ir al cine era lo más emocionante de la vida para un niño de primaria.

Esta semana fui al estreno de la séptima película de Star Wars; obvio, muchos recuerdos y una emoción difícil de compartir.

Hace 10 años fue el último estreno de la saga, y en el fondo la trama es la misma, el eterno enfrentamiento entre la Luz y el Lado Oscuro de la fuerza, en una Galaxia remota; al final algo muy similar a lo que vivimos día con día en México. Es la lucha entre el Poder y la Habilidad.

En esta nueva peli, el villano que representa todo mal se llama ahora Kylo Ren, pero queda muy lejos de su abuelo, Darth Vader, en aquella épica Estrella de la Muerte. Finalmente, Dart Vader es un ser rencoroso y mutilado que se mantiene vivo sólo por su traje y la tecnología de la que dispone. Todos conocemos a alguien así.

Ustedes disculparán la nostalgia, pero al ver esta imagen de Alejandra Leyva, fotógrafa del diario, no pude resistirme a imaginar qué motiva a esta chica que ronda los 25 a ir así al estreno, y sólo se me ocurre que ella es resultado de la fuerza de la luz, pero de la luz que se representa en imagen con movimiento y su poder narrativo.

Van a ser casi cuatro décadas de influencia absoluta, es una franquicia que ha generado más de 33 mil mdd y que sin duda ha marcado ya a varias generaciones en nuestra galaxia. Nada se le parece en todo el planeta, nada.

@MxUlysses

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