A partir de la reforma de 2013 se han abierto gran cantidad de espacios en los medios de comunicación dedicados a la educación. Muchas columnas se han referido a la evaluación docente, sus críticas y oposiciones, al nuevo modelo educativo, a la evaluación de los aprendizajes o a la autonomía del INEE. Sin embargo, desde mi punto de vista hay un tema urgente que no ha estado presente en la agenda del debate público: la Educación Media Superior (EMS) en México.
En 2012 se estableció la obligatoriedad de la EMS y se espera su universalización en el ciclo escolar 2021-2022. A pesar de esto, los indicadores educativos evidencian que los esfuerzos realizados para normalizar las trayectorias educativas de los jóvenes en este nivel no están siendo suficientes para lograr las metas ni para asegurar el cumplimiento del derecho de los jóvenes a la permanencia en la escuela y la adquisición de aprendizajes relevantes para la vida.
Garantizar el acceso y la conclusión universal de la EMS es un tema particularmente complejo en nuestro país y quizás esa sea una de las causas por las que ha sido un poco olvidada por parte de los investigadores y los medios de comunicación. Revisemos solo algunos datos. La oferta educativa de este nivel está conformada por 3 modelos educativos, 4 tipos de sostenimiento y 5 tipos de control administrativo y presupuestal. El resultado combinado da un total de ¡35 subsistemas y 150 arreglos institucionales al incluir las entidades federativas! Esto representa un reto administrativo, tanto por el número de instancias involucradas —gobierno federal, gobiernos estatales y universidades autónomas— como por las materias objeto de gestión; por ejemplo, en la implementación del Servicio Profesional Docente (SPD).
Más allá de las enormes complejidades administrativas, hay un problema fundamental de política pública, asociado con la EMS: el abandono escolar. El nivel medio superior ha sido y sigue siendo el eslabón más débil del sistema educativo mexicano. En 2015, cerca de 6.5 millones de mexicanos (que representan 5.4% de la población total) eran jóvenes de 15 a 17 años de edad. De acuerdo con datos del INEE, 36% no está inscrito en secundaria ni en media superior. El abandono en EMS ha disminuido de 1990 a 2016, de acuerdo con la SEP; pero la tasa de abandono es aún de 12% para el ciclo escolar 2015-2016, cifra mucho más alta que la de los otros niveles obligatorios. Con ello, se pierden aproximadamente 600 mil estudiantes cada ciclo escolar.
Algunas de las razones para el abandono están relacionadas con las condiciones escolares. Es aquí en donde la totalidad de los involucrados en lograr una educación de calidad con equidad para todos debemos concentrarnos y buscar soluciones mejorando la calidad de la oferta educativa, la gestión escolar, la pertinencia del currículum, la formación y el desempeño docente y, por supuesto, el aprendizaje de los alumnos.
Cabe mencionar que en abril se aplicará la prueba Planea a este nivel escolar, por lo que contaremos con un diagnóstico sobre el logro educativo de los alumnos en las áreas de lengua y comunicación y matemáticas. Sin embargo, cabe aquí una advertencia: debemos tener especial cuidado en no confundir los resultados de Planea con determinaciones para el futuro de los jóvenes: un resultado insuficiente de ninguna manera significa que deban abandonar los estudios o descartar una carrera universitaria. No utilicemos la evaluación para lo que no es —estigmatizar a los sujetos o instituciones—, usémosla como una guía para focalizar las acciones de mejora desde las diversas áreas del sistema involucradas en su solución.
Hay muchas otras interrogantes en la EMS que exigen respuestas: ¿cómo afrontar la demanda de jóvenes para cursar estudios de nivel medio superior?, ¿qué se puede mejorar de la oferta educativa a partir de criterios de inclusión, calidad y pertinencia de la educación?, ¿cuáles son los retos específicos del SPD en este tipo educativo?, ¿cómo incorporar temas pertinentes en el currículum y cómo evaluarlos? Sin pretender agotar la lista de los retos, mi propósito es hacer visible esta preocupación, porque las respuestas a estas preguntas demandarán el concurso inteligente de la mayor cantidad de actores posibles. Así que sigamos trabajando para mejorar la calidad educativa, pero teniendo claro que también es importante mejorar la cobertura, y avancemos decisivamente en garantizar la permanencia de los jóvenes y la conclusión de sus estudios con niveles de logro óptimos. Esperemos leer cada vez más sobre EMS en los medios en el futuro próximo.
Consejera de la Junta de Gobierno del INEE