Sara Sefchovich

¿Desde dónde hablan?

Por eso está tan de moda que cualquiera se permita dar lecciones y predicar, considerarse único y sin antecedentes ni maestros (las jóvenes feministas son ejemplares en esto), igualarse con los más grandes (“nosotros los escritores” dijo en la FIL una joven que acaba de publicar su primera novela, poniéndose junto con Vargas Llosa), burlarse de las decisiones que toman los que saben.

18/12/2016 |02:15
Redacción El Universal
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Siempre hubo narcisistas, pero ni ellos imaginaron hasta dónde se podía llegar, al punto que hoy los de tiempos pasados parecen humildes. Nicolás Alvarado los describe bien: su única pasión y compromiso es con su yo. No existe nadie más, el mundo sólo es periferia de su persona.

Por eso está tan de moda que cualquiera se permita dar lecciones y predicar, considerarse único y sin antecedentes ni maestros (las jóvenes feministas son ejemplares en esto), igualarse con los más grandes (“nosotros los escritores” dijo en la FIL una joven que acaba de publicar su primera novela, poniéndose junto con Vargas Llosa), burlarse de las decisiones que toman los que saben.

Pongo dos ejemplos (además de los que ya dije arriba): cuando el presidente Peña Nieto invitó a un grupo de jóvenes a dialogar con motivo del Cuarto Informe de Gobierno, una de las asistentes relató su experiencia en un diario. En el escrito no hay nada que dé cuenta del evento ni de lo que se informó ni de lo que los demás participantes dijeron, sólo habla de ella misma, con la arrogancia de quien se considera muy inteligente y que lo sabe todo: “El gobierno de la República anunció la estrategia para el Cuarto Informe de Gobierno. La campaña fue Lo bueno no se cuenta ¡pero cuenta mucho! El discurso me pareció tan aberrante que tuiteé: ‘Alguien explíquele a EPN que el informe no es para contar lo bueno, sino para presentar la situación real de Mex’. Días después recibí una llamada para invitarme al diálogo con jóvenes. Pensé mucho sobre aceptar o no. Sigo teniendo mis dudas sobre la participación que debo tener en estos eventos, el nuevo formato para presentar el Informe de Gobierno había sido ampliamente criticado, incluso por mí. Finalmente decidí aceptar. (Pero) con el formato de la reunión en el que los participantes elaborarían una pregunta (que) se seleccionaría al azar, no pude realizarla”.

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¿Cuál era esa pregunta tan importante que iba a hacer? Era esta: “¿Por qué si ha demostrado ser un terrible presidente no renuncia?”. ¡Vaya duda útil para resolver los problemas del país!

El otro ejemplo, es el de una joven a quien no le gustó el elegido de la academia sueca para Nobel de Literatura de este año y escribió: “Ojalá la Academia lo piense mejor la próxima vez y nos presente a un autor que no sea un lugar común, que aliente el derribo de muros culturales, que resulte ser una gran revelación”. ¡Así le tiró línea a los expertos!

No caben más ejemplos aquí, pero hay muchos todos los días. Es evidente que a nadie le da la menor vergüenza decir lo que se le pasa por la cabeza. Ya hemos visto que en nuestro país todos son entrenadores de futbol, ingenieros, médicos. Todavía me acuerdo cuando al presidente Fox le decían si debía o no operarse de la espalda. Y por supuesto todos saben de política y literatura.

Hay una diferencia que no parece entenderse: una cosa es la crítica seria, bien argumentada, con conocimiento, y otra es quererse lucir con los amigos dizque por atreverse a decir cosas fuertes. Olvidan que en nuestro país la libertad de expresión es una realidad y que ya no se requiere de valentía para ejercerla. Por eso los llamo narcisistas, porque si se tomaran la molestia de mirar a su alrededor, se percatarían de ésto, pero como sólo se miran a sí mismos, ni cuenta se dan.

Pero peor que su narcisismo es su arrogancia. Hace poco uno de los miembros de un grupo musical nacional se permitió decir: “Si dijeran de mi que soy un Bob Dylan pues no, más bien sería otra cosa, porque mis letras sí se entienden, las de Dylan son más crípticas”. ¡¡¡Sí, eso dijo!!!

Miley Cyrus, cantante no poco narcisista ella misma, dijo en una entrevista: “Siempre me dicen que no me doy el suficiente taco, pero es porque los demás se pavonean tanto que a mí me basta con lo que a ellos les sobra”.

De eso ni duda cabe, pero lo malo es que esos demás ¡ni cuenta se dan!

Escritora e investigadora en la UNAM.
saresef@prodigy.net.mx