Sara Sefchovich

¿Cuál es la verdad?

31/07/2016 |01:11
Redacción El Universal
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Veo, escucho, leo: los bloqueos en Oaxaca, Michoacán y Chiapas impiden que pasen mercancías y personas, afectan a los ciudadanos y ahuyentan el turismo.

Las imágenes están allí: largas filas de camiones detenidos, cientos de contenedores apilados en los muelles; playas, hoteles y restoranes sin clientes; anaqueles de las tiendas sin productos.

Las voces están allí: mujeres pobres con los hijos a cuestas lamentan la falta de leche y huevo o afirman que cuando los hay, se los venden muy caros; pequeños y grandes productores o empresarios que no venden nada: desde el dueño de un hotel hasta la propietaria de una enramada, todos se quejan de que han tenido que despedir a miles de empleados y las cifras de pérdidas van de los miles a los millones de pesos. Las industrias nacionales temen tener que parar su producción por falta de insumos, las extranjeras piensan en dejar el estado o incluso el país y hasta una refinería de Pemex amenaza con cerrar porque no dejan pasar a las pipas.

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Y sin embargo, hay quien dice que todo eso es mentira: que en Oaxaca no falta nada, que los mercados y tiendas rebozan de mercancías y las playas de turistas, que la vida sigue su curso como siempre. “No les creas a los medios, lo que dicen son puras mentiras, puras falsedades”, me aconsejan.

Pero ¿y las imágenes, las voces, de dónde salen? pregunto sorprendida. Todo es inventado, nada es cierto. Eso me dicen.

¿Será realmente que se pueden inventar las noticias?

Se bien que se pueden construir. Por ejemplo, cuando hace algunos meses se quiso armar escándalo con que si el matrimonio de la pareja Peña Nieto-Rivera era válido o no. Con supuestos documentos y declaraciones de personas que dicen saber de eso, algunos medios nos quisieron convencer de que era un asunto importante y sobre todo, turbio. Pero la verdad es que eso no tiene la menor importancia para nosotros, los ciudadanos de este país. Importantes son las decisiones que el mandatario toma para el país, no esas cosas.

Día con día vemos cómo se repite este esfuerzo por construir noticias, haciendo “un elefante de un mosquito” como dice un dicho de Kerala en India. El objetivo de ésto no es difícil de adivinar: se trata de forjar en el imaginario colectivo algo para explotarlo en beneficio de alguien. En tiempos del presidente Fox, cuando alguna revista veía caer sus ventas, ponía en su portada a la señora Marta Sahagún y se recuperaba de inmediato, porque ella fue construida como la persona a quien todos los ciudadanos debíamos seguir con enorme morbo. Construir una noticia pues, es hablar de hechos reales, de cosas que existen, pero que se busca hacerlos más grandes.

O al revés, más pequeños. Porque dichas construcciones noticiosas también pueden ser en sentido negativo, por ejemplo, cuando autoridades, empresarios o Iglesias niegan hechos que suceden en su territorio, como actos de terrorismo o epidemias de salud, para que el turismo no se espante y deje de ir.

Pero esto no es lo mismo que de plano inventar las noticias.

Este procedimiento significa partir de cero, de la nada, de lo inexistente y pretender que sí es, que sí existe.

Y esto es lo que dicen que hacen los medios en el caso de los bloqueos. Y yo me pregunto: ¿De verdad puede ser que esas acciones no existan?, ¿o que si existen no le hayan hecho daño a la movilidad de las personas y mercancías? ¿De verdad puede ser que no afecten a la economía? ¿De verdad todo es una invención y no pasa nada como afirman los grupos sociales que los apoyan? ¿Es tan brutal la perversidad de los medios, que crean imágenes y voces que son falsas?

Esto sería sin duda terrorífico. Pero al mismo tiempo, de ser así, de ser todo una invención, yo respiraría tranquilizada, porque entonces dejaría de enojarme tanto con un gobierno que no toma medidas para resolver lo que tanto daño le está haciendo a este país.

Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com