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Después de los acontecimientos recientes en Jalisco y estados vecinos, cuando los delincuentes bloquearon calles, quemaron edificios y autos y hasta derribaron un helicóptero del Ejército, el secretario de Gobernación salió a decir que “en el territorio nacional no hay fuerza más poderosa que la del Estado mexicano y que éste los va a vencer porque somos más y podemos”.
En un comentario televisivo, el ex canciller y analista Jorge Castañeda, dijo lo contrario: “La cobija no alcanza, si la jalas pa’cá destapas allá. Cuando todo lo pusieron en Michoacán, se alebrestó Tamaulipas, entonces se fueron pa’llá y se alebrestó Jalisco”. Y agregó para sostener su argumento: tenemos pocos elementos militares, “unos trescientos mil”.
No sé si esa cantidad de efectivos es o no cierta, pues además de que se supone que por razones de seguridad no deberíamos conocerla, la cifra por sí sola no significa nada, pues el mismo número puede resultar suficiente o insuficiente, dependiendo de la circunstancia.
Pero si la tomamos por buena, y la comparamos con el número de delincuentes, podríamos llegar a alguna conclusión. Sin embargo, no tenemos la menor idea de cuántos criminales hay en nuestro país, además de que su número se incrementa día con día. Pero de nuevo, podríamos tomar por buenos los cálculos de los estudiosos en lo que se refiere por lo menos, a los ligados al narco.
Según Viridiana Ríos: “Estimaciones recientes muestran que, en México, hay 468 mil personas dedicadas a esta actividad, entre campesinos, matones, vigilantes, capos, abogados, doctores, secretarias”.
Visto así, si dejamos fuera a los que no directamente toman las armas, estaríamos hablando de cantidades similares de sicarios y soldados, lo cual echaría por tierra la teoría de que la cobija no alcanza.
¿Puede ser que la diferencia de fuerza esté entonces en las armas?
Según algunos especialistas, los narcotraficantes tienen excelente armamento, mientras que el Ejército tiene medio siglo de rezago y dificultades financieras para ponerse al día en el armamento, en particular, el especial para combatir este tipo de criminalidad. ¿Echa esto por tierra las palabras del secretario Chong cuando dice que el Estado es más fuerte?
No lo sé, porque en teoría, y también por razones de seguridad, no tendríamos por qué saber nada sobre las armas y entrenamiento del Ejército.
Lo que sí es evidente, es que no se ha podido combatir al narco y ello se puede atribuir más a otras razones, como son la inteligencia fallida y la estrategia equivocada.
Lo primero, se debe sin duda a que demasiada gente se beneficia del narco y lo apoya. Y esto incluye a militares, jefes policiacos, funcionarios, jueces y ciudadanos. Sólo así se explica que los criminales puedan dar golpes tan bien organizados, sin que supuestamente nadie lo sepa ni lo espere o reaccione a tiempo.
Por lo que se refiere a lo segundo, desde tiempos del entonces Presidente Calderón y hasta hoy (y ese mismo día lo reiteró el secretario de Defensa), el objetivo es siempre capturar a los delincuentes, sobre todo a los capos, porque según las autoridades, ello “desmantela las estructuras del crimen”.
Sin embargo, ya se ha visto después de tantos años, que este no es el camino, y más bien al contrario, ha sido una estrategia equivocada, pues, dice Eduardo Guerrero: “El arresto o eliminación de un capo de una gran organización criminal suele propiciar su división, lo que ocasiona el nacimiento de nuevas organizaciones criminales, lo cual trae aparejado varios detonantes de violencia (ya que) para construirse una reputación y sobrevivir las organizaciones criminales deben ejercerla intensivamente”, además de que “se pelean entre sí por las plazas o por el liderazgo”.
La pregunta entonces es por qué se aferran a una estrategia que ya se ha comprobado que no sirve y cómo pretenden hacernos creer que el Estado es más poderoso que los narcos.
Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx
www.sarasefchovich.com