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La firme intención del nuevo presidente de EU y de su círculo, junto a la de millones de sus más fieles seguidores, de levantar muros entre las naciones no se limita a lo material y lo geográfico, ni a México en particular. Se trata de la idea general de sitiar al mundo desde una postura proteccionista que niega, entre otras cosas, al dogma neoliberal global, pero también el ideal moderno de “humanidad”, y afecta de forma insidiosa a la esfera del sistema del conocimiento humano, al desarrollo científico futuro y al “progreso civilizatorio” que ha caracterizado a “Occidente” desde la era de la Ilustración.
Este negacionismo autoritario busca también erigir un muro de censura y amenaza en torno a los conocimientos y la investigación científica para erradicarla como el elemento desmitificador y des-encubridor de falsedades que es. No otra cosa ha sido el comunicado que el gobierno de Trump hizo llegar esta semana a instituciones científicas del más alto rango, indicándoles que ya no podrían comunicarse con la prensa ni realizar publicaciones en redes sociales. Entre las instituciones que se han visto así obligadas oficialmente a dejar de realizar una de sus actividades esenciales de divulgación de los conocimientos se cuenta la Agencia de Protección Ambiental, que es, ni más ni menos, la agencia que estudia el cambio climático y ha demostrado fehacientemente no sólo que éste es un hecho innegable, sino que su causa principal es antropogénica.
A partir de ahora cualquier solicitud de prensa que reciban estas agencias tendrá que pasar la por la Oficina de Asuntos Públicos (una suerte de oficina central de censura que remite a los más oscuros tiempos de las dictaduras fascistas del siglo pasado). Otra información que se les hizo llegar a estas instituciones es que, a partir de ahora, toda investigación financiada con fondos públicos requerirá obligatoriamente de la autorización de la Casa Blanca para ser publicada.
El principal objetivo de esta iniciativa es negar el cambio climático, lo que es necesario para los planes que Trump tiene de retirar a su país de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y así reactivar, entre otras, a la industria minera de carbón (cerrada por el inmenso daño ambiental que causa) y re-impulsar la explotación de los yacimientos petrolíferos de esquisto de su país (muy contaminante en su proceso de extracción y generador de actividad sísmica). Como respuesta a ésto, la comunidad científico-académica y grupos de la sociedad civil han organizado la ‘Marcha por la Ciencia’ para defender a la ciencia, la investigación y la libertad en la transmisión de los cocimientos, pero sobre todo para defenderse de la visión e ideología que aquellos en el poder buscan imponer a la nación más poderosa del mundo.
Cabe aquí recordar algunas declaraciones del grupo de personas que hoy ocupan los puestos políticos de mayor influencia en Estados Unidos para darnos una idea de la línea que el nuevo gobierno piensa seguir en materia de investigación, ciencia y tecnología: el vicepresidente Mike Pence, por ejemplo, es un creacionista que niega el hecho de la evolución biológica, como demostró en sus declaraciones ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos (https://www.youtube.com/watch?v=ikax0Y0NJsY). El mismo Pence declaró en 2001 que fumar no mata, pues “sólo mueren por enfermedades vinculadas con el tabaco uno de cada tres fumadores”, negando así no sólo la evidencia empírica de que fumar, de hecho, promueve el desarrollo de diversas enfermedades, sino un gravísimo problema de salud pública. Por su parte, el propio presidente Donald Trump ha ofrecido al menos dos declaraciones que demuestran un profundo desconocimiento de la ciencia en general: del cambio climático ha dicho que éste es una idea creada por los chinos para afectar a la competitividad de las manufacturas estadounidenses (https://twitter.com/realdonaldtrump/status/265895292191248385); y de las vacunas sostiene que generan daño a niños saludables, incluido el autismo (https://twitter.com/realdonaldtrump- /status/449525268529815552).
El problema con sostener una política que despoja a la verdad de su valor epistémico y que desdeña a la justificación científica es que los seres humanos, como cualquier otra especie, dependemos de las condiciones del mundo material para nuestra supervivencia, mismas que cambiarán radicalmente si no abatimos el cambio climático, por lo que detener el avance de la ciencia es comprometer el futuro de la humanidad toda.
Directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM