Albert Fert, premio Nobel de Física 2007, fue designado Profesor Extraordinario de la Facultad de Ciencias a fines del año pasado por el Consejo Universitario de la UNAM, lo que representa una ganancia invaluable para toda la Universidad, pero también un triunfo de la activa búsqueda por la excelencia académica y por mantener el liderazgo en la construcción, transmisión y difusión de los conocimientos científicos que caracteriza a la comunidad de esta Facultad.
En este marco, y como parte del trabajo y las colaboraciones que el doctor Fert ha comenzado a realizar en nuestro país con investigadores, profesores y estudiantes de la UNAM, es que nos ofreció la Conferencia Magistral “De la ciencia fundamental a la innovación tecnológica”, donde pudo exponernos cómo, a partir de sus investigaciones fue posible probar experimentalmente la “magnetorresistencia gigante”, un fenómeno que fue predicho por la Mecánica Cuántica y que ha servido para el desarrollo de diferentes avances tecnológicos.
La magnetorresistencia gigante, gracias a la cual se fundó el campo que hoy conocemos como Espintrónica —una de las áreas más fructíferas de la Física moderna—, es un fenómeno que se genera cuando se intercalan capas muy delgadas de materiales metálicos magnéticos y no magnéticos. En los desarrollos tecnológicos, estas capas funcionan de manera análoga al código binario para almacenar grandes cantidades de información en un espacio muy reducido. Ello ha permitido el desarrollo de aparatos novedosos como los discos duros de las computadoras portátiles y los llamados smartphones, que ya son computadores en miniatura, en camino de reducirse aún más en tamaño y de hacer más eficientes sus procesos, más veloces y potentes.
Las investigaciones del doctor Fert y los desarrollos tecnológicos derivados de ellas también han repercutido en avances significativos en otros ámbitos de enorme relevancia, como el médico. Por ejemplo, la Universidad de Stanford trabaja actualmente en el desarrollo de un escáner para la detección de cáncer en etapas tempranas, utilizando, precisamente, un sensor miniatura de magnetorresistencia gigante.
La Espintrónica es un ejemplo paradigmático de cómo la investigación científica básica puede derivar en aplicaciones tecnológicas concretas que pueden llegar a transformar incluso la vida y las interacciones humanas. Consciente de las enormes implicaciones tecnológicas que su trabajo ha tenido y tendrá en el futuro, al doctor Fert le ocupa e interesa que también reflexionemos, desde las universidades y la industria, el qué se puede hacer y lograr con la tecnología de la Espintrónica y la Electrónica Molecular. Y esto no es una cuestión menor, pues la ciencia y la Filosofía —la reflexión ética—, deben acompañarse siempre aún más si, entre estos desarrollos se encuentran, ni más ni menos, que un nuevo tipo de ordenadores inspirados en el cerebro y la neurociencia computacional.
El doctor Fert pone el dedo en el reglón al recordarnos que, para que México sea un país más eficiente e innovador son necesarios varios pasos: atraer a más alumnos a la ciencia; promover la investigación básica; impulsar los laboratorios en las dos ramas de la innovación, la ciencia básica y el desarrollo de tecnologías, y entablar contactos con la industria para que se involucre en la financiación de proyectos, entre otras cosas.
Sabemos que el sustento y origen de los avances, innovaciones y desarrollos tecnológicos que hoy tanto nos sorprenden está en la investigación científica básica. En este sentido no podemos dejar de señalar lo trascendental, urgente y necesario que es que en nuestro país se apoye decididamente a esta área, desde el sector público y el privado, pues sólo así podremos alcanzar el desarrollo esperado —en lo económico, lo social y lo técnico— y generar nuestras propias soluciones a diversas problemáticas en vez de importar y copiar tecnologías, ideas, estrategias y procesos, que es parte de lo que nos mantiene en una espiral de deuda, subdesarrollo y dependencia.
Directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM