Rogelio Gómez Hermosillo M.

La mejora estadística

Con los nuevos datos del Inegi se hablará de logros en los programas contra la pobreza, cuando en realidad la mayoría están reprobados

19/07/2016 |01:11
Redacción El Universal
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Inegi ha publicado datos que generan confusión. Los nuevos datos dicen que los ingresos de los más pobres crecieron 33% ¡en un año! Por lo tanto, resultará que hay menos pobres. Pero la realidad no ha cambiado así. Se trata de una mejora únicamente en el ejercicio estadístico.

Porque aunque suena parecido, hay que subrayarlo: no es lo mismo mejorar la captación del ingreso en un ejercicio estadístico que mejorar los ingresos en la realidad. Si no fuera tan polémica, esta “mejora” podría ser buena, por ahora genera mucho daño. Abre un escenario ideal para los discursos políticos triunfalistas que no consideran estos aspectos técnicos.

Un primer problema es confundir autonomía con autarquía. Inegi actuó de manera unilateral y sin avisar a tiempo. No informó a Coneval, que es el cliente y usuario principal del Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS). Y tampoco a la sociedad.

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A esto se suma la opacidad. El Inegi no ha presentado en qué consistió la mejora instrumentada en campo. Tampoco ha explicado por qué se concentró en los hogares de menor ingreso. Y ya no hay manera de volver atrás. Lo hecho no se puede corregir.

Si la intención era generar sospechas, 2015 es un año ideal. En 2015 no estaba prevista la medición de la pobreza a nivel nacional y estatal. Y no se levantó la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), sólo se aplicó el MCS.

La ENIGH es la herramienta estadística histórica del Inegi dedicada a captar el ingreso y el gasto de los hogares. Se ha aplicado regularmente cada dos años desde 1992. En todo caso, éste es el ejercicio que Inegi debió mejorar para captar con más precisión el ingreso de todos los hogares y no sólo de los más pobres. Ha afectado también la medición de la desigualdad.

El Inegi ya aclaró que estos nuevos datos del MCS no son comparables con años anteriores. Pero eso produce una paradoja que genera confusión y es difícil de entender. Aun si el nuevo dato es “correcto” y hay mayores ingresos de los pobres, no se puede decir que mejoró su ingreso. Aunque haya menos pobres, no bajó la pobreza. La realidad no cambió en un año. Sólo se midió distinto.

El problema más nocivo es el efecto político y mediático con esta confusión: si hay menos pobres, se dirá que bajó la pobreza. Y cada gobernador presumirá sus logros. Y se harán interpretaciones erróneas o falaces. Se hablará de logros en los programas contra la pobreza, cuando en realidad la mayoría están reprobados. Lo que requerimos es una nueva estrategia de Estado frente a la pobreza.

Coneval está en un grave dilema. Es una institución que goza de credibilidad. Ahora debe informar nuevos datos de pobreza el próximo 26 de julio, usando este MCS “mejorado”, con esta “sorpresa”. No debe caer en la trampa de “generar comparabilidad” con técnicas estadísticas. Ya no hay manera de arreglar lo hecho por Inegi en 2015.

Coneval, además, está en riesgo. En 2013 se aprobó una reforma que lo dota de autonomía constitucional. Pero la ley para ejercerla no ha sido aprobada aún; está detenida en el Senado y su diseño original fue alterado en esa reforma. Los consejeros ya no seguirán siendo académicos, ahora pasarían a ser funcionarios. La posibilidad de afectar la autonomía real del Coneval y el riesgo de politizar el nombramiento de consejeros son muy altos.

El único saldo positivo de este debate surgiría si se acuerda definir una estrategia de Estado para enfrentar a fondo la pobreza y la desigualdad. Urgen políticas más efectivas para lograr buenos resultados, ahora sí, en la vida real. Por ejemplo, para reducir la pobreza como está comprometido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 2030).

Y para ello, entre muchas otras cosas, hay que revisar la fortaleza de las instituciones y, de entrada, cuidar la autonomía del Coneval.