El fin del año es tiempo de buenos deseos. “¡Salud!” es la expresión para desear toda suerte de parabienes a personas cercanas. Y no es casualidad. La salud es el bien más preciado y la base sustantiva de la vida.

La salud es uno de los derechos humanos esenciales. Todas las declaraciones y compromisos internacionales incluyen esta dimensión.

Los Estados están obligados a garantizar el acceso a servicios de salud que permitan el disfrute del nivel más alto posible como un derecho humano. Esta es la norma válida en nuestro país, de acuerdo al art. 1º de la Constitución.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ODS 2030) aprobados este año por más de 190 países en Naciones Unidas —incluido México— presentan metas específicas para lograr una vida más saludable para todas las personas.

Lograr cobertura universal, incluyendo la protección contra riesgos financieros y el acceso a servicios esenciales de salud, con medicamentos seguros, eficaces, asequibles y de calidad, es una de las metas más relevantes.

México aún está lejos de este ideal. Hay 20 millones de personas sin afiliación a servicios y el sistema público de salud fragmentado no garantiza atención con igual calidad para las personas “afiliadas”.

Construir un sistema de salud integrado que garantice calidad “pareja” y acceso efectivo para todas las personas, incluidas las más pobres, como un derecho, es un ideal posible.

En los últimos 10 años se han invertido importantes recursos para lograrlo. Esto ha permitido incrementar la afiliación, especialmente al Seguro Popular.

Sin embargo esto no ha sido suficiente. El incremento de los recursos no se traduce en un crecimiento similar de calidad de atención.

El sistema de salud está enfermo y presenta síntomas de graves padecimientos. Hay evidencia sobre problemas de surtimiento de medicinas y posposición (listas de espera) en estudios, tratamientos complejos y cirugías.

El sistema público tiene problemas “digestivos” porque no “digiere” bien los recursos asignados y que tiene problemas “circulatorios” para hacerlos llegar a su destino final para la atención a los usuarios.

Un estudio reciente de la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, basado en un ejercicio de observación ciudadana realizado por 20 organizaciones con la participación de 700 voluntarios en 16 entidades federativas, muestra la profundidad de estos problemas de acceso efectivo especialmente en las zonas con mayor rezago social y carencias. (Ver Primer Reporte Ciudadano sobre Calidad y Acceso Efectivo a la Salud en )

Este Reporte Ciudadano muestra además que el sistema de salud tiene problemas “inmunológicos”. Sus defensas están bajas porque un tercio de las unidades de salud no reporta información al sistema de indicadores de calidad (Indicas). Sin datos no hay manera de mejorar.

En 2016 y años venideros tenemos una gran tarea: construir un sistema de salud que funcione, porque a final de cuentas “todos somos pacientes”.

La exigencia ciudadana es indispensable, a la fecha el problema se minimiza y las autoridades —especialmente estatales— siguen presumiendo inauguraciones e intenciones, mientras en muchas clínicas y centros de salud no hay insumos suficientes para lo más básico.

“¡Que haya salud!” va más allá de un buen deseo en esta temporada. Es una consigna que debe movilizar para exigir que los recursos del sistema público de salud se usen bien, que haya información transparente sobre su aplicación y que los indicadores de calidad y acceso efectivo estén completos y sirvan para tomar decisiones.

Con el compromiso de hacerlos realidad entre todos, mis mejores deseos a quienes me hacen el favor de leer esta colaboración.

Consultor internacional en programas sociales.

@rghermosillo

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