Rogelio Gómez Hermosillo M.

‘Programitis’ aguda

El crecimiento de la pobreza se explica sobre todo por políticas económicas

04/08/2015 |01:13
Redacción El Universal
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El crecimiento de la pobreza se explica sobre todo por políticas económicas. La ventana de oportunidad para iniciar un cambio a fondo es la discusión y aprobación del Paquete Económico 2016 y el presupuesto base cero. Un gasto público eficaz es un gran cambio y un buen primer paso frente a la pobreza y la desigualdad.

Los datos de Coneval muestran que no vamos bien. Hay casi 64 millones de personas con ingreso insuficiente para adquirir los satisfactores mínimos. Son pobres por ingresos. Son 3 millones 200 mil más que en 2012.

Los datos son claros. El factor central del aumento de la pobreza es la reducción de los ingresos. Y para enfrentar la reducción de ingresos, el foco debe estar en las secretarías “económicas”: Hacienda, Economía, Trabajo, y en lugar especial, Agricultura (Sagarpa).

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Entre septiembre y noviembre se puede dar un giro en el gasto fiscal para iniciar una política económica diferente, que reduzca pobreza y desigualdad. En el paquete económico se pueden transformar cinco causas de la pobreza: los privilegios fiscales, el gasto público sin efecto redistributivo, la caja negra de opacidad y corrupción, la contención salarial y la “programitis” aguda.

En este texto me concentro en el último, la “programitis”, es decir la proliferación y pulverización de los programas sociales. El Coneval identifica más de 5 mil 900 programas y acciones de los gobiernos federal, estatales y municipales. En futuras colaboraciones abordaré las otras cuatro causas mencionadas.

La proliferación de programas es producto del pluralismo político con baja rendición de cuentas. La “programitis” es grave porque genera dispendio, ocurrencias, sesgo electoral y espacios de corrupción.

La pulverización de acciones viene de un interés político. Se crean programas por criterios electorales y de imagen, más que sociales. Por eso, muchas de estas acciones cada vez tienen un enfoque más clientelar y paternalista. Se han multiplicado los programas para “repartir cosas” (despensas, uniformes, tenis, televisiones). Y aunque estas acciones puedan no estar mal en sí, la mayoría carecen de resultados frente a la pobreza.

La proliferación de los programas pulveriza su impacto. Por ejemplo, ante la baja de los ingresos, se evidencia la grave ineficacia de los programas supuestamente destinados a promover proyectos productivos y generación de ingresos entre las personas con mayores carencias.

Tan sólo en el gobierno federal, hay 48 programas con este propósito en 2015. Su presupuesto es de más de 120 mmdp. Cantidad nada despreciable. Con estos recursos, hipotéticamente, se puede invertir un millón de pesos en 120 mil empresas sociales. Pero para que estos programas funcionen se requiere una reestructuración a fondo y acabar con la fragmentación.

Los países con políticas sociales con enfoque de derechos no tienen muchos programas. Tienen sistemas integrados, basados en “padrones” únicos, que funcionan como medio de acceso a subsidios o servicios para la población que los requiere. Son subsidios objetivos, transparentes, accesibles, temporales y garantizados por ley. Los padrones únicos sirven también para priorizar la atención a las personas con mayor pobreza de manera objetiva y transparente.

Enfrentar la “programitis” aguda no requiere más recursos. Un padrón único administrado y resguardado por una entidad ciudadanizada y que sea la única vía de acceso es imprescindible. También la reestructuración y fusión de los programas de apoyo productivo y generación de ingresos es urgente. Estas son dos de las exigencias de la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza. Te invito a conocerlas y a unirte para lograrlas en www.frentealapobreza.mx.

Consultor internacional en programas sociales.

@rghermosillo