“Bajo ningún concepto México admite ni admitirá la construcción de un muro fronterizo. La diferencia de opiniones no consiste en cual gobierno costearía el hipotético muro, sino en que para México no podría erigirse en ningún momento. Todo acto tendiente a levantar ese muro sería considerado por México como una agresión y desataría por tanto un grave conflicto internacional de consecuencias imprevisibles para ambos países y para el mundo”.

Ya ubicado junto a Trump, Enrique Peña Nieto debió decir algo como lo anterior para poner las cosas en claro.

El candidato republicano ha unido a México (en su contra) como nadie ni nada lo había hecho recientemente. Pero tal situación ha sido soslayada por Peña Nieto, no tanto porque le invitó, sino debido a que lo hizo sin objeto preciso. Por ello el Presidente no quiso poner las cosas en claro, tanto respecto del muro como sobre el tema de la nación mexicana residente en Estados Unidos.

La invitación a Trump fue solicitada por él mismo y para colmo adquirió un carácter oficial. La conferencia de prensa conjunta no procedía en tanto no se trataba de un encuentro con un representante de otro Estado. Cada cual debió comparecer separadamente en directo o por escrito ante la prensa. Por su lado, el Presidente debió haber informado ampliamente de la conversación con un candidato a presidente de otro país con quien tiene demasiadas diferencias con el fin de definir posiciones claras y repudiar la política del interlocutor hacia México. Para mayor desgracia, Trump dijo en la cara de Peña que luego se iba a ver el tema del pago del muro como si ese fuera el punto. Horas más tarde, después del twitt de Peña diciendo que no pagaba, ya en Phoenix, Trump se burló diciendo que los mexicanos pagarán aunque todavía no lo saben.

Hilary Clinton ha acusado a Trump de mentir, dando así por cierto que Peña le había dicho al candidato que México no pagará el muro. Pero la candidata demócrata no se pronunció claramente sobre la idea de su construcción, sino parece que sólo le importa tildar a su rival de mentiroso.

Trump no es el único político y empresario estadunidense hostil a la presencia de mexicanos en Estados Unidos. Bajo la presidencia de Obama hemos visto un crecimiento rápido de las deportaciones a pesar de que éstas no forman parte del discurso oficial. El muro es un proyecto en ejecución, ya lleva varios kilómetros. En Estados Unidos casi nadie defiende a las claras a la nación mexicana a pesar de las aportaciones que ésta ha hecho a la economía de ese país.

Pero hay más, para explicar la invitación a Trump, Peña dijo que la democracia es diálogo pero él no recibe a ningún discrepante, ni siquiera a los líderes de los partidos de oposición. En ocasiones, Osorio se encarga de esa tarea. Hay gente que pide diálogo directo pero Peña la remite a los subsecretarios y se imponen condiciones previas. Donald Trump tuvo mejor suerte.

Por último, es la primera vez en la historia en que la residencia presidencial de Los Pinos funciona como sede de un acto de campaña de un candidato a presidente de Estados Unidos. ¡Lo que hemos llegado a ver!

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