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El mundo ha estado presenciando, durante las últimas cuatro semanas, los eventos sangrientos que están ocurriendo en Jerusalén, Cisjordania e Israel. Cincuenta y nueve palestinos muertos, trece de ellos niños, otros ocho israelíes muertos y más de siete mil heridos, con miles de casos sofocándose por gas lacrimógeno, son los resultados hasta ahora.
Una ola de palestinos apuñalando a israelíes en las calles de Jerusalén, Tel Aviv y otras ciudades ocurrió después de la escalada de tensiones en Tierra Santa debido a los intentos de extremistas judíos de entrar a la mezquita de Al-Aqsa durante las festividades religiosas a fines de septiembre. Con la cadena de acciones y reacciones, enfrentamientos suceden diariamente, cobrando nuevas víctimas, en su mayoría palestinos manifestándose y enfrentándose con las fuerzas de seguridad israelíes y colonos armados que están atacando a sus vecinos y tomando ventaja del apoyo tácito de su gobierno.
Muchas de las circunstancias de los asesinatos de palestinos por fuerzas del orden israelí son discutidas incluso por la prensa israelí, que fue la razón por la que el presidente Mahmud Abbas demandara una intervención de la comunidad internacional para detener los asesinatos de palestinos por israelíes.
Los soldados israelíes, colonos y ciudadanos de gatillo fácil, alentados por su gobierno para llevar armas, han generado miedo y terror entre los 350 mil palestinos del Este de Jerusalén, quienes quieren protección internacional, especialmente de colonos armados que están utilizando de pretexto la defensa propia para cometer sus crímenes.
Las autoridades israelíes están construyendo un muro para separar las dos partes de la ciudad entre protestas de la derecha y la izquierda israelíes.
El actual movimiento palestino parece no tener objetivos ni liderazgo. Es solamente una reacción emocional hacia la incursión israelí en Al-Aqsa. La edad promedio de sus activistas es de menos de 20 años. Los líderes palestinos de Fatah y Hamas se están distanciando del levantamiento descentralizado. Incluso, en Cisjordania, no están asistiendo a los funerales de los jóvenes caídos pero, ¿por cuánto tiempo podrán sostener su neutralidad?
¿Podrían escalar los eventos para convertirse en una tercera intifada? Eso depende de los asesinatos diarios de manifestantes palestinos. Una reacción ocurre después de cada muerte. Los jóvenes palestinos están más enojados ahora que aquellos de la primera intifada (1987) y de la segunda (2000) debido al fracaso de la política del presidente Abbas para comprometerse con los israelíes, la intransigencia de sus líderes extremistas y la política del premier israelí Benjamin Netanyahu de mantener el statu quo mientras expande asentamientos en Cisjordania. Para ellos, el futuro es sombrío y sin esperanza, lo que puede escalar los disturbios prevalecientes en el futuro cercano.
El levantamiento palestino es similar a la primavera árabe, está contra las autoridades tanto palestinas como israelíes. La Autoridad Palestina ha perdido su credibilidad, especialmente después del fracaso de la iniciativa del secretario de Estado de EU, John Kerry. El presidente Abbas no tenía un plan B y los eventos sangrientos en la región empujaron a la causa palestina a un segundo plano incluso en capitales árabes, en un tiempo donde Israel vive una edad de oro sin ninguna amenaza, cortejada por los estadounidenses y los rusos en sus políticas y acciones en la región.
El manejo del conflicto por parte de Netanyahu podría, sin embargo, ser desafiado. Las cosas no permanecen estáticas y el deterioro es el resultado normal. El resentimiento palestino por injusticias históricas y la indiferencia continua sigue fluyendo y su largo sufrimiento socava la credibilidad de la comunidad internacional, la solidaridad árabe y la Autoridad Palestina.
Kerry se reunió la semana pasada en Berlín con Netanyahu apelando a la moderación. Después se reunió con el rey Abdulá de Jordania y Abbas. El lado árabe quiere mantener la situación en Al-Aqsa a como estaba después de la guerra de 1967. Jordania tiene la autoridad como custodio del sitio sagrado. Un acuerdo para instalar cámaras dentro y alrededor de la mezquita enfrenta objeciones por parte de las autoridades israelíes y las sospechas de los palestinos encuentran siempre justificaciones.
Viviendo en la desesperación y en la frustración, los jóvenes palestinos están cometiendo lo que se considera como un crimen flagrante bajo circunstancias normales, pero ellos nunca conocieron la normalidad, y el fracaso histórico para solucionar el conflicto palestino-israelí está dando legitimidad a ideas y acciones extremas. Los jóvenes palestinos están escogiendo un suicidio honorable, y políticas equivocadas siguen cobrando sus víctimas en Palestina y en la región.
El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011
nouhad47@yahoo.com