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Una vergüenza lo que está sucediendo con la delegación mexicana en los Juegos Panamericanos que se están realizando en la ciudad de Toronto, Canadá. Una vez más el Comité Olímpico está haciendo de las suyas y no precisamente dando las mejores condiciones a nuestros atletas.
Lo que ocurrió con Fernanda González no es un caso aislado, puedo asegurar que si uno va con cada uno de los deportistas que están representando a México en esta justa, se encontrará con infinidad de quejas de diferente índole por parte de nuestros representantes en contra de las autoridades del COM.
Fernanda se equivocó, hay que decirlo, porque nunca debió firmar el acuerdo en el que se comprometía a utilizar un uniforme con el cual no se sentía cómoda para competir y luego querer utilizar el de su marca patrocinadora el día de su prueba. Es un hecho que debió mostrar su inconformidad desde un inicio y no aceptar algo que la perjudicaba en su desarrollo deportivo. Esperar a recibir amenazas por parte del COM para obligarla a cumplir lo que ella misma había aceptado, fue su error.
El caso de la que es considerada una de las mejores nadadoras en la historia de nuestro país “está resuelto”, Alfredo Castillo, titular de la Conade, puso orden y tanto ella como el COM tuvieron que acatar las indicaciones de la máxima autoridad del deporte en nuestro país.
¿Qué es lo realmente vergonzoso en toda esta situación? Sí, estimado lector, esto va más allá de lo que muchos llaman el “berrinche” de Fernanda. Lo que hay que analizar es por qué se llegó a esta situación o más bien debería decir, por qué después de 40 años seguimos bajo el yugo del cáncer del deporte en México. Por supuesto que me refiero al COM, al que lo único que le importa son los tres pesos que recibe de patrocinios a cambio del bienestar y desarrollo de nuestros deportistas.
Estoy totalmente de acuerdo que hay prendas que los atletas deben utilizar para ser identificados como la delegación de México, eso no hay duda alguna, pero los utensilios que son indispensables para sus competencias deben de ser los que mejor los hacen sentir porque son su herramienta de trabajo. Un traje de baño, una raqueta, unos tenis, un arco, son la extensión del cuerpo de cada competidor.
Muchos dirán que “el que es perico donde quiera es verde”, pero estoy seguro de que incluso Roger Federer, siendo uno de los mejores deportistas de toda la historia, no se sentiría a gusto si tuviera que jugar con una raqueta que él no haya escogido o Messi de igual manera si tuviera que utilizar unos “tacos” que no son con los que él se siente bien para jugar. Pídanle a Usain Bolt que corra un campeonato internacional con otros spikes que no sean los suyos y ya me cuentan qué les contestó.
Si el COM de verdad pensara en el desarrollo del deporte en México ni siquiera haría que los atletas firmen un acuerdo de utilizar los uniformes que ellos les proporcionan para sus competencias. Tal vez Paola Espinosa, Paola Longoria, María del Rosario Espinosa o la misma Fernanda González tienen oportunidad de levantar la voz y dar a conocer este tipo de situaciones, pero los demás deportistas que no tienen esta opción y que a veces no conocen sus derechos, tienen que firmar porque en caso de no hacerlo, no se les permite ser parte de la selección. El Comité Olímpico de nuestro país se aprovecha de eso para comprometerlos ante el patrocinador de quinta que ellos les escogen.
El COM debe entender que no es suficiente con gritar a los cuatro vientos que son los creadores de talentos deportivos en nuestro país, porque esa es una mentira enorme. Si encima de que no lo son, hacen todo para perjudicar a nuestros atletas, me parece correcto que la Conade ponga orden y no permita que por unos cuantos pesos, que además no son para los deportistas sino para aquellos que siguen engordando sus bolsillos, se perjudique a toda una delegación.
Profesor. prensa@anv.com.mx.