Contra todos los pronósticos, El Nacional ha alcanzado sus 73 años de historia. En medio de numerosas y crecientes dificultades, ha seguido circulando, ha incrementado el número de sus lectores y ha continuado respondiendo a las complejas exigencias que están presentes en la sociedad venezolana. Debo decirlo: nuestro diario se ha crecido en tiempos en que las adversidades han arreciado. Periodistas, fotógrafos, trabajadores de producción y administración, gerentes y equipos de ventas: cada miembro es un protagonista de esta lucha diaria. El Nacional sigue siendo una casa donde trabajar equivale a luchar.

Escribo esto sin sorpresa y sin jactancia: siempre supimos que, tarde o temprano, el régimen inaugurado por Hugo Chávez nos perseguiría. Apenas se hizo evidente que su intención era la de prolongarse en el poder de forma indefinida, entendimos que, otra vez, el derecho a informar y la libertad de expresión estaban en peligro. Nada nuevo, ni en Venezuela ni en América Latina. Desde que comenzaron a circular, a mediados del siglo XVI, hojas manuscritas que pasaban de mano en mano, en países como México y Perú, se activaron los mecanismos de la censura. No creo que sea exagerado señalar que para todo poder, del signo que sea, la información constituye una actividad que, en algún momento, debe ser neutralizada.

El caso venezolano, un neo-totalitarismo alimentado por descomunales ingresos provenientes del petróleo y potenciado por las prácticas más corruptas con que se haya ejercido el poder en América Latina en los últimos cinco siglos, es emblemático porque el objetivo de acabar con el derecho a informar se convirtió en una política de Estado. Recapitular aquí todos los procedimientos empleados, excede las posibilidades de este espacio. A lo largo de la última década, una y otra vez, dentro y fuera de Venezuela, he denunciado este programa de hegemonía comunicacional, con el que se ha pretendido socavar el más importante fundamento del ejercicio de la democracia, que es la Libertad de Expresión.

El Nacional ha logrado resistir. Mientras muchos medios de comunicación desaparecían, sustituían los informativos por programas de entretenimiento o cambiaban de línea editorial para convertirse en gacetilleros del gobierno, nuestro diario se ha fortalecido en sus convicciones. Contra todos los obstáculos y acosos, seguimos circulando, nuestra página web tiene cada vez más lectores, nuestro vínculo con la sociedad venezolana es cada día más consistente y profundo. El resultado de la campaña gubernamental en nuestra contra sí que ha producido un resultado: nos ha cohesionado; nos ha hecho más conscientes de lo que significa 73 años de lucha interrumpida; nos ha ratificado como la más importante y emblemática institución del periodismo libre de Venezuela.

Presidente editor de “El Nacional”

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