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La crisis de Grecia ha cimbrado el proyecto de construcción de una Europa común y ha puesta en tela de juicio el futuro del euro como moneda de uso compartido en países con muy diferente desarrollo económico.
Los efectos han llegado hasta México, con la importante depreciación del peso frente al dólar (hay pronósticos que indican que cerrará el año cerca de los 17 pesos por dólar, frente a los 12 que costaba hace 3 años). ¿Qué podemos aprender de lo que está pasando en Grecia, para evitar cometer los mismos errores?
En primer lugar, hay que manejar con enorme responsabilidad el gasto público. Las historias que nos llegan de Grecia hacen sonrojar incluso a los muy poco estrictos funcionarios mexicanos; en el país heleno cobraban pensiones de jubilación personas que llevaban décadas muertas, las dependencias oficiales tenían más chóferes que cobraban del presupuesto público que funcionarios, el dispendio y la falta de controles eran la regla. ¿Qué tan alejados estamos de eso en México? Si revisamos la forma en que se gasta el dinero en algunos estados y municipios (miles de maestros en Oaxaca que cobran sin dar clase, por poner un ejemplo), veremos que no debemos bajar la guardia y que nos hace falta mucho por avanzar.
En segundo lugar, hay que tomar nota de que las políticas populistas quizá funcionaron en el pasado, pero en un mundo globalizado las recetas de la irresponsabilidad fiscal y del gasto público ilimitado están destinadas al fracaso. Es cierto que la política de austeridad tiene problemas, pero el desenfreno del gasto público es una receta segura para abrir las puertas del infierno económico. Las escenas de los pobres jubilados griegos nos rompen el corazón; pero saber que su única defensa proviene del novato gobierno de Tsipras es todavía peor noticia. ¿Acaso en México estamos a salvo de tener en el 2018 opciones populistas viables, que puedan llegar a ocupar puestos claves dentro de nuestras instituciones públicas? Mire el estimado lector el panorama electoral que tenemos luego de las elecciones del pasado mes de junio y verá que no estamos para nada seguros de evitar el contagio populista que tanto daño le hizo a la economía mexicana en los años 70 del siglo pasado. No nos vaya a pasar que en el 2018 quiera ser Presidente un futbolista retirado o un personaje habitual de las páginas de sociales, pero sin experiencia política alguna.
Una tercera lección, es que si quieres sentarte a negociar con instituciones internacionales y gobiernos de países avanzados, necesitas algo más que buena voluntad. El gobierno de Tsipras y el equipo de negociación encabezado por su ministro Yanis Varoufakis llamaron la atención por su forma de vestir, por su tono arrogante y por sus posturas retadoras frente a la canciller alemana Ángela Merkel. Pero poco más que eso pudieron ofrecer. De hecho, su capacidad negociadora (visto en retrospectiva) parece infantil y absurda. No se dieron cuenta que estaban jugando con poderes reales; no se trataba de ganar un debate estudiantil, juntado a sus afines en las plazas públicas, sino de ofrecer un plan de racionalidad económica que evitara el colapso de la economía griega. No pudieron. No supieron. No quisieron. Ahí están los resultados. Si el timón del barco lo dirigen personas que solamente tienen buena voluntad (suponiendo que así haya sido), con eso no basta en el mundo real para hacer frente a los retos y desafíos de un mundo globalizado. Hace falta experiencia y muchas tablas para ese tipo de negociaciones.
México debe tomar buena nota de lo que está pasando en Grecia. Hace unas décadas estuvimos en una situación semejante y los ahorros de los mexicanos se convirtieron en papel mojado. No creo que nos convenga regresar a esa época. Evitemos votar por los partidos que proponen regresiones históricas de las que debemos estar vacunados.
Investigador del IIJ-UNAM.
@MiguelCarbonell