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En el mes de octubre de cada año la Academia de Ciencias de Suecia da a conocer a los personajes que son galardonados con el Premio Nobel en diversas disciplinas. En esta lista de imponentes científicos y estudiosos destaca la nominación en la categoría de contribución a la paz mundial.
Es por ello que merece atención recordar este acto en la memoria de Alfonso García Robles, distinguido diplomático mexicano, oriundo de Michoacán, egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM y con estudios de posgrado en Derecho Internacional en París y La Haya; quien asimismo desempeñó diversos cargos en la Cancillería mexicana, que impulsó con éxito el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares en el territorio de América Latina, conocido como el Tratado de Tlatelolco. Al final de la Segunda Guerra Mundial, una de sus responsabilidades apasionantes fue su participación en los procesos de diseño de las bases jurídicas de lo que posteriormente conoceríamos como la Organización de las Naciones Unidas, en donde tendría valiosas experiencias relativas a los procesos de pacificación y solución de conflictos bélicos convencionales que se sucedieron en diversas partes del mundo. Tiempo después formaría parte de los grupos especializados en desarme nuclear para dar solución a lo que fue una de las más grandes amenazas en la carrera armamentista de la Guerra Fría. Mientras que por una parte Europa y Asia eran reconstruidas, por la otra las potencias se preparaban para un enfrentamiento donde la muestra de fuerza era el acervo creciente de armas nucleares.
En este escenario de postguerra la Unión Soviética inició los trabajos para la instalación de proyectiles de mediano y largo alcance con cabezas nucleares en Cuba. A partir del 22 de octubre de 1962, durante trece días, la tensión entre las superpotencias llevó al límite a la paz mundial. Este hecho representa el momento más crítico de un posible enfrentamiento nuclear a gran escala; fue la primera muestra que permitió considerar que a pesar del nerviosismo y la beligerancia de las partes era posible dar los primeros pasos para desmantelar la gran escalada de armas nucleares que estaban acumulando las potencias en diversas partes del mundo.
Como consecuencia de este acontecimiento, en el año de 1963 el presidente de México Adolfo López Mateos promovió ante sus colegas de Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador la iniciativa de prevenir que se repitiera ese grave suceso, y en el año de 1964 García Robles presidió en México la primera sesión para el Desarme Nuclear en América Latina.
El objetivo era que nuestra región fuera reconocida como una zona vedada para la fabricación, instalación, ensayo y disposición de armas nucleares. Exitosamente, en 1967 con la firma del presidente Díaz Ordaz se iniciaron los trabajos del Tratado de Tlatelolco, que entró en vigor dos años después y que fue ratificado por las potencias nucleares y los países de la región, superando las resistencias que en su momento tuvieron Cuba y Venezuela.
Una vez logrado este histórico acuerdo, García Robles continuó su apostolado a favor de la contención de la carrera de armas atómicas en el planeta, con la consideración de la utilidad y del uso pacífico de la energía nuclear para la humanidad.
El 13 de octubre de 1982 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz, galardón que es motivo de orgullo para nuestro país y que representa los alcances del prestigio internacional de nuestra política exterior. Hoy México y la humanidad reconocen que una América Latina libre de armas nucleares por más de medio siglo ha sido uno de los grandes aciertos para la convivencia y la cooperación, pero sobre todo para contribuir a la paz mundial.
Rúbrica. Volando Bajo. Sólo teniendo “suelo parejo” será posible tener cielos parejos.
Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
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