Miguel Alemán Velasco

Entre el trono y el caballo

21/12/2016 |02:15
Redacción El Universal
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Hace mucho tiempo escuché este adagio: “No se reina desde el trono, sino se gobierna desde el caballo”. Con este criterio, las dimensiones del ejercicio del poder están condicionadas por las capacidades del gobernante y de manera importante por el talento o las limitaciones de su equipo de gobierno. Por ello en la medida que se va develando la incógnita de la lista de colaboradores del próximo presidente de Estados Unidos, se identifica una notable contraposición con el grupo gobernante saliente y con la fórmula de reclutamiento del sistema político estadounidense del pasado.

A partir de la confirmación de Donald J. Trump como el 45º presidente de Estados Unidos, los reclamos y dudas que presumiblemente ponían en duda su arribo a la Casa Blanca quedaron disipadas. Ahora es evidente que el péndulo político en Estados Unidos fue llevado por los demócratas hacia un nivel que sus adversarios desean contrarrestar vigorosamente. El nuevo gobierno buscará establecer una agenda política que le permita desmantelar todo aquello que tenga cualquier vinculación con el gobierno demócrata que concluye. Así, los acuerdos, los valores y las decisiones relacionadas con el pasado inmediato serán sometidos a una profunda revisión, con el fin de cambiar la balanza a favor de los nuevos intereses de los republicanos y de los partidarios recalcitrantes del presidente Trump.

Nos guste o no tenemos que aceptar que nos enfrentamos a una nueva realidad. Muchos anticipan que el único escenario es profundamente pesimista. No creo que sea la única opción, por ello, es imperativo diseñar una fórmula de colaboración viable con el nuevo gobierno, cuyas decisiones ya están teniendo consecuencias. La Bolsa de Valores de Nueva York ha subido en una expectativa anticipada de optimismo económico del nuevo gobierno, sin tomar en cuenta que muchas de sus empresas reciben valiosas utilidades de sus negocios provenientes del exterior, empezando por México. Mientras que el peso mexicano se deprecia, genera incentivos evidentes a la competitividad. Las aseveraciones del señor Trump han promocionado a nivel mundial el gran potencial de México. Y es precisamente por la vía de la reactivación económica que las expectativas pueden y deben abrir espacios para establecer un nuevo entendimiento que logre remontar las animadversiones y defina una relación, que si bien no será del todo cordial, sea funcional.

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Lo relevante es que la agenda de México esté contemplada en su justa dimensión. La política contemporánea demuestra que el pragmatismo es la fuerza que avala las decisiones. Donald Trump cambia de opinión, por ello buscó a uno de los más famosos líderes empresariales mexicanos para abrir vías de comunicación.

Ante el cambio de actitud estadounidense, los mexicanos debemos también tener un cambio de actitud que fortalezca la madurez de nuestra posición política y la cohesión de la sociedad. Ante la amenaza ofrezcamos la conciliación, ante la exclusión la prudencia y ante la obstinación la perseverancia. México tiene su camino; la solución no está en el vasallaje ni en la reclamación airada.

El tiempo da lecciones duras. Frente a las verdaderas amenazas del terrorismo y la tensión mundial el ejercicio de la Presidencia de Estados Unidos podrá favorecer la mesura y la gradualidad en la toma de decisiones de un país amigo, socio y aliado. A ninguno de los dos países nos conviene generar un conflicto fronterizo a gran escala, ni la generación de un clima social de desconfianza generalizada.

Veremos qué tan fuertes son las decisiones desde la comodidad del trono, una vez que se haya palpado la realidad desde el lomo del caballo.

Rúbrica. Cartita a Santa Claus. Ahí te encargo que a los Reyes Magos no les quiten la visa.

Político, escritor y periodista.

@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org