La sociedad en ocasiones se comporta como las cuatro estaciones. El ánimo social se comporte en función de dos elementos fundamentales: las experiencias del pasado y los anhelos del futuro.
La satisfacción y también el encono se nutren del pasado, en tanto que el entusiasmo se alimenta del futuro. Es por ello que cuando se habla mucho de lo que ya fue se puede sentir en el ánimo social un clima de invierno o una nostalgia otoñal, pero cuando la sociedad renueva sus valores y se dispone a cosechar los frutos de su esfuerzo renacen los ideales.
En la Ciudad de México se sufren y se disfrutan las cuatro estaciones en un solo día, tanto en el clima como en el ánimo social. En ocasiones —como en estos días— nos “llueve sobre mojado”, y parece no tener fin.
De ahí que México necesite de una “primavera social”, que no sea únicamente resultado de un acto de gobierno sino de un compromiso colectivo, al que demos nuestro mejor esfuerzo para que el país evolucione con el entusiasmo del futuro y no con los rencores del pasado.
En semanas pasadas tuve entrevistas en las principales capitales de Europa y encontré un ánimo negativo; en España se da por la falta de acuerdos para formar gobierno, en Alemania por las decisiones de apertura en materia migratoria a los refugiados sirios, en Italia por la reacción de su gobierno ante un sismo de consideración y en Gran Bretaña por el resultado del referéndum a favor del Brexit.
Hay un común denominador en el gran proyecto de la Europa unida: hoy la sociedad está dividida. En el escenario mundial de apertura comercial hay atisbos de un proteccionismo que de poco servirá para reactivar la economía mundial; y por si fuera poco la insatisfacción social cree erróneamente que en las opciones de derecha radical encontrará las soluciones a las que aspira.
Finalmente, en Estados Unidos los ánimos electorales están llegando a un extremo de confrontación e intolerancia que de no cuidarse alcanzarán un punto de no retorno, lo cual ya se empieza a hacer evidente en la confrontación racial, religiosa o ideológica de sus habitantes.
En todos los casos anteriores mi pregunta a los interlocutores quejosos de su gobierno fue: ¿y qué haces tú para mejorarlo? Como respuesta tuve silencio en varios idiomas.
Es evidente que cuando las decisiones de los gobiernos son a largo plazo y las necesidades de la sociedad son a corto plazo se genera inconformidad social por la altura de miras de unos y la miopía temporal de otros.
Los gobiernos tienen la responsabilidad de anticiparse a los retos futuros del país, para ello se crean instituciones, se hacen leyes y reformas que aseguren que la sociedad pueda convivir armónicamente y que los mercados, las industrias y el potencial productivo se aproveche de manera más conveniente.
En el caso de México a nada bueno nos llevaría pensar en un caso de Fuenteovejuna, pues más allá de dejar que algunos intenten lucrar políticamente alimentando el rencor social, lo que nuestro país necesita es que todos fortalezcamos los valores éticos que sólo a partir de lo personal podrán consolidarse en lo colectivo.
Sabemos que los grandes problemas no tienen soluciones mágicas, y es de esperarse que los votantes en Estados Unidos, o en cualquier otra parte, no se dejarán llevar por la demagogia de quien ve todo lo ajeno mal pero no propone nada.
Dentro y fuera del país hay quienes quisieran ver un México dividido y confrontado. Mi recomendación es no darles ese gusto; la historia nos ha dado la lección una y otra vez de que unidos somos más poderosos.
Rúbrica. A voz en cuello. Hoy más que nunca debemos demostrar nuestra unión como mexicanos y nuestra fuerza como país para que hagamos una voz que se oiga hasta donde esté el señor Trump, que le diga: ¡Viva México!
Político, escritor y periodista
@AlemanVelascoM
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