A lo largo del presente año el escenario internacional registra episodios que han sometido a varios regímenes democráticos a severos riesgos. En la Gran Bretaña la promoción acelerada de un referéndum apareció como una estrategia adecuada de David Cameron para buscar fortalecer su gobierno y al mismo tiempo obtener una ventaja de negociación con la Unión Europea. No obstante, al ser derrotado por los argumentos falaces y verdades a medias de sus opositores, su país quedó suspendido entre un proceso de salida de la Unión Europea y una independencia comercial que tardará mucho tiempo en dar los frutos prometidos. Por su parte, la Unión Europea evita reconocerse mutilada por esta decisión mientras se debaten las consecuencias de recibir flujos imprevistos de refugiados, así como los actos de violencia que han cobrado víctimas inocentes en los recientes acontecimientos en Niza, Normandía y en poblaciones de Alemania.

Desde la caída de la dictadura de Francisco Franco y a pesar de los acuerdos de la Moncloa, España vive el periodo más largo sin que sus fuerzas políticas logren un acuerdo para formar gobierno. ¿Cuántas elecciones necesita la izquierda española para reconocer que si no ha logrado la victoria en dos elecciones consecutivas debe dejar de lado la intransigencia y comprometerse a formar gobierno?

A partir de esta semana la atención está centrada en Brasil, un país que en su momento de bonanza se propuso la nada fácil tarea de celebrar un campeonato mundial de futbol y una olimpiada con dos años de diferencia entre uno y otro acontecimiento. Hoy las condiciones han cambiado radicalmente; el gobierno emanado de las bases trabajadoras se encuentra ante un juicio histórico por la posible remoción permanente de su presidenta Dilma Rousseff, acusada de manejos indebidos de la contabilidad gubernamental, así como por la asociación con actos de corrupción entre la burocracia y conocidos contratistas de gobierno. La crisis política interna es un agravante de las condiciones sociales de pobreza y violencia.

Adicionalmente, es preocupante ver que en Venezuela se camina a paso lento ante la exigencia de la oposición para celebrar un referéndum que revoque el mandato de su presidente, Nicolás Maduro, dada la creciente inconformidad de la ciudadanía, que vive con limitaciones de abasto. Hoy su economía presenta los síntomas inequívocos de recesión aguda por las decisiones de quienes creen en un gobierno omnipotente para la regulación de mercados, controles de precios y en la perseverancia de un discurso beligerante hacia el capital, heredado de la narrativa chavista. No deja de sorprender que la retórica infamante que caracteriza al candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos haya excluido de su lista de rencores a ese gobierno; por algo será.

Mucho se ha dicho, y aún más se habrá de especular, en relación a la competencia electoral por la Presidencia de Estados Unidos, donde la definición de democracia sustentada en los principios de igualdad, equidad y diversidad social que han distinguido a ese país está chocando frontalmente con una retórica hostil, excluyente y autócrata.

En México los retos actuales obligan a atender los asuntos inmediatos, a pesar de ello es oportuno reforzar preventivamente los fundamentos de nuestros procesos electorales y sistema de gobierno para avanzar en la consolidación de un sistema democrático, donde todas las fuerzas políticas se comprometan a conjurar la demagogia, la beligerancia verbal y la intransigencia, para construir una visión de país sustentada en la verdad, en la oferta de promesas reales y ante todo para evitar lucrar con la confrontación que divida a la sociedad.

Rúbrica. Geopolítica en Crimea. Más costosa que un muro en una frontera es la barrera mental de la ignorancia.

Político, escritor y periodista

@AlemanVelascoM

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