La rendición de cuentas es uno de los pilares que sustentan nuestra democracia.
El día de ayer el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, presentó por escrito su Tercer Informe de Gobierno ante la Legislatura federal. Dicho documento cumple con un mandato constitucional que a la vez es un acto de responsabilidad republicana que da a conocer el estado que guarda el manejo de los recursos de nuestro país. Esto ha sido parte fundamental del ceremonial político de nuestro país durante años y una síntesis de los logros alcanzados no sólo por el gobierno federal, sino también reflejo de las metas que todo el país ha obtenido durante 12 meses.
Es un resumen de los actos de gobierno, entendido como las funciones y las responsabilidades de las entidades que tiene a su cargo el gobierno federal. También representa los logros que en su ámbito de competencia han alcanzado los gobiernos de los estados y los municipios.
Asimismo debe asumir la responsabilidad de las legislaturas tanto federal como estatales, que están obligadas a proponer, deliberar y aprobar sus presupuestos de ingresos y egresos.
Es evidente que el ejercicio de la actividad de gobierno está bajo el liderazgo del titular del Poder Ejecutivo, pero a la hora de ejercer los actos de gobierno en un país plural, abierto, democrático y competitivo como lo es hoy México, todos los partidos son gobierno y todas las instancias públicas son corresponsables de las metas alcanzadas.
Por eso vale la pena reflexionar que el informe que antes se consideraba exclusivo del Presidente de la República, en el México contemporáneo es el informe no de un hombre ni de un gobierno, es el informe del estado que guarda el país en su conjunto. Es lo que los mexicanos reconocemos, hemos alcanzado y donde sabemos el potencial de lo que podemos lograr.
Muchos criticarán, cuando lo importante es aceptar nuestra responsabilidad ciudadana, entendida como el acto cívico de ser ciudadanos de tiempo completo, de ejercer ese título que nos da la Constitución, y no sólo exigir, sino corresponder a las grandes libertades y capacidades que nos ofrece nuestro país con una dotación de recursos pródigos, pero sobre todo con un talento de laborar que nos da el gran margen de competitividad internacional por el cual se reconoce a nuestra nación.
Hoy estaremos atentos al mensaje presidencial, pero debemos hacernos copartícipes de su éxito y responsables de los grandes retos que debemos superar.
El nuevo modelo político del país conformó un equilibrio de poderes en el cual el Poder Legislativo consideró que era necesario impedir que el Presidente acudiera a la Cámara como un elemento de recuperación de la soberanía del Poder Legislativo. Esto ha traído como consecuencia un espacio de vacío y de silencio que la Legislatura ha tratado de subsanar mediante las comparecencias de los miembros del gabinete federal.
Valdría la pena que la nueva Legislatura —a partir de las reformas estructurales que le han dado una nueva plataforma de desarrollo a múltiples sectores de nuestra economía— considere la importancia de su nueva responsabilidad histórica y analice con sensatez, madurez y respeto la posibilidad de restaurar el diálogo con el Presidente de la República el día del Informe de Gobierno.
Un diálogo de nivel, de altura y respeto que fortalezca nuestra cultura democrática, nuestra credibilidad en las autoridades de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial para la formación de una cultura democrática que respete el disenso y tenga miras por los grandes objetivos nacionales.
Rúbrica. Robotec. Ayer la Fundación Miguel Alemán A.C. entregó un autobús al Instituto Superior Tecnológico de Poza Rica. Sus alumnos han ganado primeros lugares en concursos internacionales de robótica. ¿No podrían diseñar un robot que gobierne el estado de Veracruz por el nuevo periodo de dos años?
Político, escritor y periodista.
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