Con esa frase respondía Pedro Ferriz el saludo al inicio del noticiero nocturno del Canal 2.

Jacobo Zabludovsky fue para mí ante todo un muy querido amigo. Fue originario de uno de los barrios más emblemáticos de la capital, La Merced. A pesar de las limitaciones económicas que vivió, se encontraba en un escenario donde la realidad de México estaba presente en cada esquina.

Noche a noche acontecían los más importantes episodios que ese día eran noticia y al día siguiente serían historia.

Sus vecinos de Tepito, La Lagunilla o La Candelaria de los Patos fueron lugares de donde salieron boxeadores, toreros, cantantes, deportistas y empresarios que alcanzarían la fama y que convivían de manera libre y fraterna con las familias de inmigrantes judíos, árabes, españoles, comerciantes del barrio chino, músicos del Caribe y profesores sudamericanos que se entendían y coincidían en los puestos de tortas o en el “El Taquito” inolvidable.

Jacobo tuvo la inteligencia de retratar esas realidades crudas, contrastantes, que fueron su referente a lo largo de toda la vida.

Jacobo hizo escuela, y su legado es la más valiosa contribución al periodismo de habla hispana.

Escaló todos los peldaños del periodismo. Insatisfecho con la primera respuesta, supo cómo llegar al fondo de los hechos. La historia en su ironía siempre da lecciones.

Él y yo compartimos experiencias en prensa, radio y televisión. Jacobo supo utilizar todas estas opciones.

Enamorado de la prensa escrita, disfrutaba la vida exigente e intensa de las redacciones, el golpe de las máquinas de escribir, el repicar de los teléfonos y el ruido abrumador del linotipo, el interminable rollo de télex y las rotativas que impregnaban con olor a tinta las noticias que todos leeríamos cada mañana.

En la televisión fue pionero y maestro de varias generaciones.

Muchas generaciones se fueron a dormir cada noche con Jacobo y despertaban con él en el periódico. Si en una discusión había una duda, el argumento concluía cuando uno decía: “Lo dijo Jacobo”.

Compartimos grandes experiencias, peleamos en batallas, celebramos nuestras victorias y nos apoyamos en las derrotas. Siempre juntos, siempre amigos.

Quedan para la historia los reportajes con los primeros astronautas soviéticos desde el Cosmódromo de Baikonur, en lo que entonces era la Unión Soviética (hoy Rusia), hasta la llegada del hombre a la luna desde Cabo Cañaveral (hoy Cabo Kennedy); entrevistamos a Charles Lindbergh y a otras personalidades, como políticos, artistas, intelectuales, cómicos, toreros y boxeadores que al construir la noticia fortalecían nuestra identidad.

La vida de Jacobo es una vida que merece una biografía acuciosa. Sus brillantes entrevistas a importantes líderes —presidentes, reyes y figuras de su tiempo—, todos ellos personajes ilustres; hoy Jacobo es también uno de ellos.

Político, escritor y periodista

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