En la formación y consolidación de la imagen política es ineludible considerar las asociaciones que rodean al del propio personaje, los arquetipos genéricos que el ciudadano tiene presente a la hora de percibir una idea.
Por lo tanto, la familia como núcleo básico del tejido social siempre se ha mantenido presente como un pilar que proyecta estabilidad, protección y valores.
En la historia reciente de los EU, los hijos de los presidentes cumplen una función emblemática de acompañamiento y apoyo hacia el dirigente del país más poderoso del mundo, cuidando las formas, las actividades, los lugares que frecuentan y hasta la vestimenta, ya que son elementos que pueden producir empatía con sus gobernados.
Sin embargo el naciente periodo presidencial es distinto. Si hubiera que elegir una palabra que caracterice la peculiar carrera política de Donald Trump sería “polémica”.
Desde su precampaña presidencial el magnate y hoy presidente número 45 de EU, ha apostado a la denostación, al insulto y a la polarización, capitalizando el impacto mediático de sus declaraciones públicas y convirtiendo su cuenta de Twitter en una plataforma de confrontación.
Con su plan agresivo en contra de los indocumentados, ha enviado el mensaje de separar familias sin importar el impacto económico, político y social que pueda producir.
Además uno de los fuertes cuestionamientos que tuvo en la contienda con Hillary Clinton antes de llegar a la Casa Blanca, fue la percepción que tenía acerca de las mujeres, pues en múltiples ocasiones fue señalado por menospreciar y cosificar a este importante sector del electorado, abordando temas desde su aspecto físico hasta el posible castigo para aquellas que decidieran abortar.
Ante tal circunstancia, el primer mandatario estadounidense implementó una estrategia de posicionamiento utilizando a su hija consentida “Ivanka Trump”.
Fiel admiradora de su padre, recorrió el país a su lado dándole soporte ante la sociedad americana, la ex modelo y empresaria tomó tal importancia al grado de diluir la imagen de la hoy primera dama Melania Trump.
Lo anterior aunado a las constantes descortesías que el presidente ha tenido hacia su esposa, algunas captadas en imágenes y videos como la de su primer discurso como nuevo mandatario, en el cual durante la recepción que les dio la pareja Obama, se olvidó por completo de su cónyuge, aumentando la antipatía del pueblo americano.
De esa forma, veríamos que “la primera hija”, como se le comienza a denominar, iría consolidándose como un elemento cercano y clave para Donald.
Con 35 años, tres hijos y un perfil distinto de su progenitor, evidencia un perfil mucho más mesurado y refinado, distinguiéndose por hacerse cargo de puntos estratégicos en las empresas familiares al grado de crear su propia línea de ropa y joyería.
A pesar de ello, la polémica parece ser un binomio inseparable de la familia Trump, su eslogan empresarial #womanwhowork que promueve la independencia de la mujer, su empoderamiento y que no necesite cumplir con expectativas que no sean las propias, pudo servir como un activo durante los meses pre electorales, sin embargo hoy las sospechas no se hacen esperar.
Ivanka ha encontrado fuertes cuestionamientos por hacer publicidad en las apariciones públicas aprovechándose del papel que hoy ostenta, llegando al grado de señalamientos por conflictos de interés.
Por si fuera poco, el pasado 13 de febrero volvió a ubicarse en el escrutinio público por la foto que subió en redes sociales en donde se le aprecia sentada en el sillón presidencial, acompañada de su padre y del primer ministro canadiense Justin Trudeau, avivando la molestia de los ciudadanos que ya se encontraban inconformes por las diversas políticas implementadas por el Republicano desde el primer día.
Hoy Ivanka deja claro que parece ser de las pocas mujeres por las cuales su padre transmite respeto e incluso admiración, pero que si no controla las imágenes que postea, puede colaborar a mermar más la imagen controversial de Donald Trump, aunque queda claro que no representa una preocupación para él, pues encuentra en la controversia su principal fortaleza.
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