No cabe duda que un evento con un mismo fin (toma de protesta) cambia radicalmente dependiendo del contexto. El ejemplo nos lo han dado los nuevos gobernadores Jaime Rodríguez, de Nuevo León, y Juan Manuel Carreras, de San Luis Potosí. A continuación se resaltan los puntos más interesantes que nos revelan las distintas vertientes del marketing y discurso político.

Respecto al escenario, al parecer lo único “tradicional” que el mandatario regio  decidió realizar fue llevar a cabo su evento en el recinto legislativo estatal con una cantidad mesurada de invitados. Su homólogo potosino lo hizo en un importante centro de convenciones, con una espectacular cantidad de asistentes y la plana mayor del priísmo en primera  fila,  siendo fiel a su escuela partidista. En el marco de la fotografía política la simetría y la posición central son relevantes pues atraen la atención inmediata e inconsciente del público, empero Jaime fue arriesgado y apegado a su estilo, rompió el esquema eligiendo hablar con una ubicación ligeramente cargada al lado izquierdo. Juan en cambio, utilizó perfectamente dicho recurso evidenciando que el personaje principal era él.

Imagen y personalidad son dos puntos fundamentales, pues de su congruencia y armonía depende el impacto en el auditorio. El Bronco vislumbró diferenciación con su corbata morada separándolo de los colores tradicionales, demostrando jovialidad, extravagancia e “independencia”. Carreras no se salió del guión, con su corbata no solo mostró militancia, si no que dejó claro su perfil sobrio, ecuánime y administrativo, a tal grado que a pesar de ser más joven, lucía anticuado.

Si de contenido discursivo se trata, la distancia se acrecentó bastante.

Rodríguez fue contundente e innovador, usando instrumentos como el lenguaje coloquial e identificación emocional inmediata que alcanzaron su clímax con tintes poéticos, románticos y hasta dramáticos. En un emotivo momento en el que tocó las fibras más sensibles de los neoleoneses, habló de la promesa que aseguró haberle hecho a su primogénito, llamando a la reflexión  y convocando a su pueblo a la esperanza. Además el empleo de elementos como carisma, sencillez y  firmeza crítica hacia el sistema que venció en las urnas, conectó de inmediato con su audiencia. Cabe apuntar que podría criticársele su falta de profundidad expositiva.

En contraparte Carreras inició trasladándose 92 años atrás, curiosamente a los albores de su arcaico partido, con un clásico recurso histórico y retórico que en lugar de llamar la atención la dispersó. Con tono monótono y estructurado habló de innovación pero no convenció,  pues su entorno es estático y caduco. Además su gobierno representa una continuidad gubernamental. A su favor puntualizó y explicó cada uno de los tópicos que abordó siendo congruente con su perfil burocrático.

Las tácticas y metas por alcanzar de cada uno de nuestros personajes son diametralmente opuestas. El Bronco hizo alusiones al alcance nacional y protagonismo que busca tener su estado y por lo tanto él. Siguió el camino trazado en campaña mencionando su marcada distancia con los medios tradicionales y atacando directamente a Televisa. Así, resaltó el papel de las redes sociales mencionando los 2.5 millones de personas que lo veían por la aplicación para teléfonos inteligentes Periscope.

Juan Manuel Carreras tiene objetivos un tanto más complejos, ya que a pesar de que su alcance es únicamente estatal, deberá distinguirse dentro de los mismos colores sin llegar a la diferenciación y ruptura para no ensuciar el nombre del partido, posicionando la mejora constante basada en el orden, estructura y desarrollo institucional.

En conclusión, los estilos y estrategias siempre dependerán de fines que se busquen, por lo tanto cuestionar la eficacia de ambos a éstas alturas sería complejo y aventurado. Lo que tenemos despejado es que el panorama de la nueva comunicación política indica que menos es más y que la innovación creativa es la tendencia del futuro.

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