Más Información
“Sé que el México de mis ideales
es posible y está a la mano”.
Manuel J. Clouthier
Conforme el reloj avanza y el país se acerca al 2018, a la administración peñista le aguarda una cita ineludible con el juicio de la historia. Un gobierno de muy escasos logros, manchado por escándalos y corrupción, seguramente será evaluado por los mexicanos como el culpable de seis años perdidos, donde la marcha de México se detuvo casi por completo.
Los resultados obtenidos por el peñismo han sido peores incluso que las previsiones más pesimistas de los escépticos al iniciar su administración. En el terreno económico, el ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) será el más bajo desde el gobierno de Miguel de la Madrid, con un promedio anual del 2%, o menos. De igual forma, a estas alturas ya se puede decir que en ningún año se habrá logrado crecer por encima del 3%, algo prácticamente inédito en la historia moderna del país y muy por debajo del 5% al que propusieron como mínimo cuando estaban en campaña.
Las expectativas no parece que mejorarán en los últimos meses del sexenio. Según los datos más recientes del Inegi, la Inversión Fija Bruta durante febrero retrocedió 2.5% en términos reales, comparada con el mismo mes del año anterior. La principal contracción se dio en la construcción no residencial (esto es, en la creación de nueva infraestructura básica y productiva), donde la caída fue de 11.7%. En pocas palabras, la economía mexicana no está expandiendo su capacidad productiva, comprometiendo con ello su potencial de crecimiento a futuro.
Los conocidos fundamentos de estabilidad macroeconómica que tantos años, tantas crisis y tantos sacrificios han costado a los mexicanos consolidar, no dejan de deteriorarse gracias a los errores e irresponsabilidades de Peña Nieto y su gabinete. También según el Inegi, la inflación anualizada en el mes de abril fue de 5.82%, la más alta desde abril de 2009, lo que indica cuán lejos nos encontramos de regresar a tasas menores al cuatro por ciento.
Por su parte, la deuda pública no deja de crecer y ya representa más de 52% del PIB, teniéndose que pagar sólo por concepto de intereses cerca de 400 mil millones de pesos al año, cifra histórica que enciende un verdadero foco rojo y exige inmediata atención.
El deterioro es todavía mayor en otros ámbitos, como el de la seguridad. El pasado mes de marzo, fue el de mayor cantidad de homicidios dolosos en el sexenio, con 2020, lo que refleja la forma en que la sociedad mexicana se está ahogando en una ola de criminalidad que este gobierno es incapaz de detener. Los datos de la organización Semáforo Delictivo para el primer trimestre de este año son alarmantes: Los homicidios dolosos aumentaron 29% con respecto a igual periodo de 2016, las extorsiones 30%, el secuestro 18%, y el robo a negocio 47%. ¿Dónde está la “Inteligencia” que iban a aplicar Peña y su equipo en su estrategia contra el crimen?
Nada parece funcionar en esta administración. A todas luces ha sido incapaz de aprovechar las oportunidades que se le han presentado para impulsar la mejora en las condiciones de vida de las familias mexicanas. Tal vez el ejemplo más patente de lo anterior sean las reformas estructurales, muchas de las cuales están aplicándose de manera deficiente y con una lentitud pasmosa, lo que retrasará aún más la percepción social de sus impactos positivos.
Toda esta situación marca una coyuntura complicada, ya que abona el terreno para la aparición de propuestas populistas que abogan por regresar a un pasado que tanto daño hizo a nuestra sociedad y cuyos estragos seguimos padeciendo.
Los mexicanos estamos a tiempo de cambiar este desastre. Debemos prepararnos para que 2018 sea el año en que la ciudadanía se decida por abrazar el futuro, enterrar definitivamente los últimos rastros del viejo régimen y no dejarse llevar por el canto de las sirenas del populismo. Construyamos desde ahora el verdadero proyecto democrático de nación para el siglo XXI.
Coordinador del Grupo Parlamentario
del PAN en la Cámara de Diputados