Mario Melgar-Adalid

‘Freedom of Torture?’

En México, durante el autoritarismo, nos preciábamos de tener una de las mejores policías investigadoras

31/03/2016 |02:12
Redacción El Universal
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La tortura es la peor cara del Estado despótico. Mientras los niños en México jugaban al “tormento chino”, los chinos que hicieron de la tortura una práctica milenaria, alcanzaron sus mejores expresiones de horror con Mao Tse Tung. El dictador asesinó a cerca de 45 millones. Muchos seguramente previamente torturados. En la tortura la muerte es la salvación del torturado.

En México, durante el autoritarismo, nos preciábamos de tener una de las mejores policías investigadoras. “De que canta, canta” parecía la consigna de los policías judiciales. Cuando el terremoto del 85, en los patios de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal se encontraron los cuerpos de cuatro colombianos con huellas de tortura. Un escándalo internacional.

Antes de la visita del presidente Peña Nieto a Francia, Amnistía Internacional solicitó al presidente Hollande, que recordara al presidente mexicano que la desaparición forzada, la tortura y las detenciones arbitrarias, no deben quedar impunes, pues “son prácticas frecuentes de las fuerza de seguridad y de policías mexicanas”. Dijeron frecuentes, pero no generalizadas.

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El año pasado hubo un diferendo diplomático con Juan Méndez, el relator especial de la ONU sobre tortura. Méndez señaló que la tortura era práctica generalizada en México. Generalizar, significa: “aplicar o atribuir a todas las cosas de un género algo que se dice o sabe de algunos de sus individuos”. Méndez identificó 14 casos de tortura, pero había miles de investigaciones en proceso. México no pudo convencer a Méndez que retirará la palabra generalizada.

Jorge Lomonaco, embajador de México ante organismos internacionales, le indicó a Méndez que este año México no atenderá su petición de regresar al país a realizar una visita seguimiento. Méndez termina su gestión en octubre y si bien no ha recibido respuesta formal está enterado que ya no vendrá.

México ha avanzado en el marco institucional, normativo, constitucional y legal. La Comisión Nacional de Derechos Humanos y algunas comisiones estatales son ejemplares, pero no suficientes. Es más poderoso el crimen dentro del sistema judicial y policiaco que los esfuerzos de las instancias defensoras de las dignidades ciudadanas. El presidente de la CNDH, Luis Raúl González Pérez, ha reconocido la existencia de la tortura, misma que ha dicho: “hay que atajarla, prevenirla y corregirla”.

El punto neurálgico del gobierno de Peña Nieto serán los derechos humanos y la percepción de México en el mundo, como oveja negra. México avanza, es cierto, pero no lo es menos que la tortura sigue siendo una práctica policiaca judicial.

En EU, país que se autodesigna como el protector de los derechos en el mundo, han surgido posiciones alarmantes sobre el tema de la tortura. Se sabe que el gobierno de George W. Bush utilizó estas prácticas contra los terroristas. El talentoso colombiano Fernando Botero paseó por el mundo su visión artística de los horrores de Abu Ghraib. Obama ha reiterado su absoluta oposición a la tortura.

No obstante, el candidato Trump planteó que se trata de una medida adecuada y que algunas leyes tienen que cambiar. Dijo en un debate que él se ocuparía de implementar algo peor que el waterboarding, o sea el ahogamiento simulado, el pocito mexicano. No se sabe todavía en que estará pensando y que signifique “algo peor”. Los torturadores han de estar de plácemes imaginando lo que podrían hacer con la bendición del magnate.

Llama la atención, no tanto que Trump diga una estupidez tras otra, sino que su dicho no haya generado indignación y una condena institucional. ¿Dónde están las tan activas ONG que condenan esta practicas en el mundo? ¿Dónde los organismos multilaterales encargados de prevenir esta deleznable práctica?

Más allá de que sea una estrategia electoral, la propuesta de torturar institucionalmente es de tal manera escandalosa que el relator Juan Méndez debería intervenir. ¡Ah! y hacerlo antes que concluya su gestión en la ONU. Dirán que no es el momento todavía, que en EU hay freedom of speech, cierto, pero el riesgo, si llega Trump, y si no se hace nada, es que se instituya entonces el freedom of torture.

Miembro del SNI

@DrMario MelgarA