Nunca, en ninguna elección en la historia de México, los resultados preliminares ni las tendencias, han sido oficiales, ni tampoco la ley exige que se haga un cruce entre el PREP y los conteos rápidos, y mucho menos prevé que los candidatos con estos datos, se declaren ganadores. Los avances en las comunicaciones han permitido (a veces) que la información se transmita más rápido que hace años, eso es lo único que ha cambiado con el paso del tiempo.

Las prácticas democráticas, nos han demostrado que lo civilizado y correcto es que, en su caso, salga la candidata o candidato perdedor, a reconocer la derrota y esto, regularmente, se hace previa llamada al triunfador. Entonces sí, sale el o la ganadora a celebrar. En un escenario cerrado, las autoridades, los medios y hasta los competidores guardan silencio y esperan al veredicto institucional.

En México lo hemos hecho al revés. Se declaran truinfadores los punteros, con resultados preliminares e incompletos. Estas declaraciones unilaterales deben erradicarse, pues sólo siembran desconcierto y confunden a la ciudadanía. Si los candidatos y los partidos insisten en ser irresponsables, que no dañen a las instituciones.

En lo que desafortunadamente no han evolucionado los actores políticos y algunas autoridades, es en la transparencia. En estas elecciones, se debió haber dicho de inmediato en Coahuila: “solamente se capturaron el 71.9% de las actas del PREP por lo que no contamos con información consolidada y no refeja los resultados preliminares totales de la elección”, eso generó desconfianza. Y en elecciones cerradas o competidas, hay que esperar a los resultados oficiales.

Hasta entonces, los consejos declaran la validez de la elección y entregan las constancias a los ganadores. Todavía pueden impugnarse estos resultados ante los tribunales locales y ante el Tribunal Electoral Federal.

En las casillas, los votos los cuentan los ciudadanos, en los Consejos, las autoridades y los partidos. Errores puede haber en ambas instancias, y existen las vías para corregirlos, oportunamente.

Si hay errores en el PREP o en los conteos rápidos, podrá haber responsabilidades, negligencia, sanciones, todo lo que nos podamos imaginar, pero en nada afectan esos errores, cuantitativamente hablando, los resultados oficiales.

México ha demostrado al mundo que sabe organizar elecciones confiables y creíbles. Y me parece necesario revisar algunos números de los pasados comiciios:

1.— Las listas nominales de electores sumaban cerca de 19.7 millones de mexicanos/as, casi una cuarta parte del electorado, para votar por 328 cargos de elección popular.

2.— Las y los ciudadanos que participaron como funcionarios de casilla, cumplieron. Se instaló el 100 por ciento de las 34 mil 94 mesas aprobadas en Coahuila, Estado de México. Nayarit y Veracruz, así como en Oaxaca y Tlaxcala que tuvieron elecciones extraordinarias.

3.— Se registraron 219 mil 628 representantes de partidos políticos en 99.9% de las casillas instaladas: PAN 88.26%, PRI 98.44%, PRD 63%, PVEM 55.63%, PT 26.37%, MC 19.44%, Panal 66.21%, Morena 79.33%, ES 19.33%, Ci 18.81%, observadores 10.28%.

Estos datos nos reflejan el despliegue de las autoridades electorales, la presencia ciudadana y de los representantes de los partidos el día de las elecciones. Hubo paz social, no fueron elecciones violentas. Hubo incidentes, y quizá algunos muy serios que tendrán que revisarse: inicia la etapa de la revisión con lupa, de las denuncias, de la calificación. Antes de esta etapa, y de la forma en que lo hicieron los partidos y los candidatos, no se vale. La desconfianza que están sembrando entre el electorado, exige un pacto de civilidad para las elecciones de 2018.

Consultora para América Latina de la
Fundación Kofi Annan. Investigadora
Invitada de la Escuela de Derecho de
Harvard. @MC_Alanis

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