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La semana pasada dicen que tuvimos una “contingencia ambiental” en la Ciudad de México. Hace más de una década que no se veían estos niveles de contaminación. Por supuesto que genera problemas en la salud y en la vida cotidiana. Pero el problema no es temporal, sino estructural.
Son muchas las causas de la contaminación, una desafortunada combinación de condiciones naturales y decisiones humanas. Lo que podemos hacer es una reflexión básica: no hemos planeado las ciudades de manera adecuada y el modelo de ciudad que tenemos no es viable para una vida digna.
Necesitamos un nuevo modelo de ciudades, mucho más compactas, coordinadas y conectadas. Un modelo de ciudad basado en sistemas de transporte colectivo eficiente. Desgraciadamente, los gobiernos no han invertido en ello, sino en más y más segundos pisos, ejes viales, circuitos que, por cierto, muestran graves grados de corrupción, pero el tema de los negocios y la corrupción en la obra pública no es para este artículo.
El punto es que la mayor parte de la inversión es para el uso individual del automóvil. Y eso no sólo no soluciona, agrava el problema. ¿Más pisos?, ¿más carriles? No es por ahí. En China han llegado a construir avenidas de hasta 50 carriles y sólo se agrava más el tráfico y la contaminación.
Los ciudadanos debemos exigir a nuestras autoridades que cumplan con su obligación constitucional y trabajen para encontrar soluciones. Fue penoso ver a las autoridades de la CDMX y del Estado de México peleándose públicamente y al gobierno federal hacer poco o nada por remediar este problema. “Se aventaron la bolita” de un lado al otro y literalmente se aventaron la basura.
El problema de la basura no es dónde se deposite, es cómo se deposite y cómo se maneje. Si la basura no se deposita ni se maneja bien, sus efectos contaminantes van a afectar a toda el área metropolitana, no importa que el depósito esté en la Ciudad o en el Estado de México. Impedir que la basura llegue a depósitos sanitarios bien manejados, perjudicará aún más la salud de los habitantes del Estado de México, no sólo de la CDMX. Y ya no quiero hablar de la contaminación de los acuíferos de donde tomamos agua.
En efecto, como nadie quería asumir su responsabilidad sobre la contaminación del aire, este tema se mezcló con el problema de quién genera la basura y dónde se deposita. Como si los problemas ambientales se solucionaran con poner un muro entre una y otra entidad. La autoridad del Estado de México detuvo el paso de los camiones con basura de la CDMX. Pero los problemas ambientales no tienen fronteras, como no las hay para los millones de personas que habitamos, estudiamos y trabajamos en esta gran ciudad y necesitamos movernos, ir a trabajar, estar con nuestras familias, producir y consumir.
Es cierto que debemos revisar también el Reglamento de Tránsito. Yo no digo que los límites de velocidad actuales contaminen por sí mismos, pero también es cierto que la relación óptima entre velocidad y emisión de contaminantes está entre 55 y 85 kilómetros por hora y muy pocas avenidas permiten esa velocidad.
Tenemos que caer en la cuenta de que necesitamos un nuevo modelo de ciudades, donde las distancias para ir a la escuela y al trabajo se acorten y sean más rápidas, que haya banquetas en las que se camine con seguridad y el que quiera use la bicicleta. Es decir, ciudades compactas, porque es contraproducente extenderse por kilómetros. Ciudades conectadas con sistemas de transporte colectivo eficiente, seguro, cómodo, limpio, y digno. Y coordinadas de manera eficaz.
El nuevo modelo de ciudad requiere ciudadanos y autoridades con nueva actitud, en la que hagamos conciencia de que el tema es estructural y que el modelo actual de ciudad está agotado, cambiémoslo ya. La iniciativa “Yo con México”, que hemos lanzado en semanas recientes, también buscará a ciudadanos que propongan soluciones concretas a esta crisis ambiental estructural.
Abogada