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Cuando inició el gobierno de Enrique Peña Nieto arrancó una campaña publicitaria muy intensa que decía: “Mover a México”.
Sostuve públicamente que no se podría mover a México sin esperanza y que para eso era fundamental que el pueblo mexicano creyera en su gobierno, por lo que el nombre del juego político del entonces naciente gobierno federal debería llamarse credibilidad. Es decir, el nuevo gobierno priísta tendría que emprender acciones que abonaran a la credibilidad del pueblo en su gobierno. Les ganó la soberbia, hicieron todo lo contrario.
Hoy tenemos la Presidencia más desgastada en la historia moderna de nuestro país, con calificación de reprobado por los mexicanos. Esto no es un problema de medios de comunicación, como gusta excusarse el equipo peñanietista. Esto es real, porque en la política la percepción es realidad.
La semana pasada supimos del comentario del Presidente en el foro Impulsando a México, donde dijo: “Estoy seguro que los anteriores presidentes no han tenido otra misión que sea que a México le vaya bien… un presidente no creo que se levante, ni creo que se haya levantado pensando en cómo joder a México, siempre pensando en hacer las cosas bien”.
Nos dice Carlos Llano Cifuentes, aquel filosofo mexicano fundador de la Universidad Panamericana, que: “Antes de dedicarme a la política, que sería una decisión en el orden de mi hacer, debo tomar una decisión en lo más profundo de mi ser: voy a ser generoso o egoísta”. Joder a México es una cuestión de claridad de conceptos, convicciones y acciones, pero también motivos o razones de dichas acciones. Por eso cuando un gobernante decide ejercer el poder con criterio egoísta y no generoso, está jodiendo a México.
Así, cuando un gobernante utiliza los programas sociales del gobierno con criterio clientelar y electorero, está jodiendo a México.
Cuando una autoridad decide utilizar recursos públicos para beneficio privado, propio o de terceros, está jodiendo a México. Cuando se desvían recursos públicos para fines electorales, de manera ilícita, se está jodiendo a México. Cuando un presidente decide reprimir a un o una periodista que se atrevió a publicar la verdad y acabar con el dogma del viejo régimen político donde el presidente es intocable, esa represión está jodiendo a México.
Cuando un gobernante, sea estatal o federal, decide mandar matar a un periodista crítico, a un disidente o a un activista social, se está jodiendo a México.
Cuando estas acciones de represión, amenaza o violencia contra críticos y disidentes se toleran o solapan en la impunidad, se está jodiendo a México.
Cuando el Poder Ejecutivo federal viola la división de Poderes presionando a ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y éstos ceden violando derechos fundamentales de los ciudadanos, cuando deberían protegerlos, se está jodiendo a México.
Cuando los diputados ceden a las presiones del Poder Ejecutivo y se convierten en cómplices de éste en lugar de un contrapeso, se está jodiendo a México.
Cuando el Ejecutivo, a través de la Profeco, extorsiona a los gasolineros obligándolos a pagar una cuota mensual y así otorgarles permiso para robar a los automovilistas, se está jodiendo a México.
Cuando la Secretaría de Hacienda, a través del SAT, decide por sistema no dar entrada a las solicitudes de devolución del IVA a empresas que tienen derecho, se está jodiendo a México. Cuando esa secretaría, vía el SAT, protege a empresas que venden facturas para evadir el pago de impuestos, se está jodiendo a México.
Cuando se propone una iniciativa de ley y se aprueba con la mayoría priísta en el Congreso para que los funcionarios públicos no tengan obligación de hacer pública su declaración 3de3, se está jodiendo a México. Cuando las licitaciones de obra pública de los gobiernos federal o estatales salen amañadas para beneficiar a “los contratistas del sexenio”, se está jodiendo a México. Cuando las APPS se realizan con los riesgos y costos para el sector público y los beneficios sólo para el sector privado, se está jodiendo a México.
Cuando los sistemas de inteligencia federal o estatales se utilizan con total impunidad para espiar disidentes políticos y no para garantizar la seguridad nacional y de la ciudadanía, se está jodiendo a México.
Cuando los servicios de salud pública estatales y federales discriminan y deshumanizan la atención médica a la que tienen derecho los mexicanos, se está jodiendo a México. En fin, la lista de acciones y razones que joden a México son muchas, la pregunta es: ¿habrá presidentes que se hayan levantado pensando cómo joder a México?
Diputado federal independiente.
@ClouthierManuel