Después de la nacionalización de la banca por el presidente José López Portillo, en septiembre de 1982, el sector empresarial del país, encabezado por mi padre Maquio Clouthier, quien era presidente del Consejo Coordinador Empresarial, inicia un movimiento ciudadano en las principales ciudades del país llamado “México en la libertad”.

Estos eventos buscaban informar a la sociedad sobre las irresponsabilidades y los abusos de poder cometidos por el gobierno priísta, que nos había hundido en la peor crisis económica de la historia, y al mismo tiempo provocar un despertar cívico de las clases medias que se había empobrecido por la irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas del gobierno.

Esto provocó que en el inicio del sexenio de Miguel de la Madrid en 1983 el PRI perdiera la mayoría de las elecciones municipales, ganando el PAN arrolladoramente en el norte del país. Lo anterior produjo el asombro del debutante gobierno federal, pero también el enojo de los viejos dinosaurios priístas, que reclamaban a Miguel de la Madrid el haber respetado las elecciones, que eso no se hacía, “que el PRI arrebataba y después averiguaba”.

Los próximos cinco años se caracterizaron por el despertar cívico y el incremento de la votación de la oposición, y como a toda acción corresponde una reacción, la respuesta del sistema PRI-gobierno fueron grandes y burdos fraudes electorales, entre los que destacan Durango, Chihuahua y Sinaloa en 1986, culminando este período del gobierno de Miguel de la Madrid con el histórico fraude electoral de 1988 en la elección presidencial.

Desde aquella fecha no veía tanto mugrero en los procesos electorales como lo vi en mi natal Sinaloa el pasado 5 de junio. Especialmente me llama la atención el papel que jugaron las autoridades ejecutivas de los gobiernos estatal y municipal, así como el papel protagónico que del Instituto Electoral del Estado de Sinaloa (IEES) en la consumación de las mapachadas electorales.

Iniciadas las campañas hubo una muy fuerte campaña negra a través de filtraciones de grabaciones e información que evidenciaban a quienes tienen la capacidad de intervenir las comunicaciones telefónicas, y éstos no podían ser más que los gobiernos federal o estatal. Fue evidente la intromisión de los gobiernos estatales y algunos alcaldes por dejar manifiesto que ellos estaban ayudando al PRI, que por ningún motivo se fuere a pensar en el gobierno federal, que no era así.

Hubo despensas, compra de credenciales, pero lo más destacado fue la planeación del operativo fraudulento desde el propio Instituto Electoral, y el uso de la violencia para amedrentar a la ciudadanía y a los operadores políticos de la oposición por quienes ostentan o detentan el poder de las armas en el estado de Sinaloa.

Por ejemplo, en Mazatlán el candidato independiente a diputado local por el distrito 22, David Torrentera, me dijo cómo el IEES dolosamente no le permitió tener ningún representante de casilla, por lo que David no tuvo representantes el día de la elección. Con esto queda manifiesto la parcialidad del Instituto, del árbitro, quien actuó abiertamente en contra del candidato independiente.

David reporta que hubo actas que mostraban cero votos para él, y que una vez que se abrieron los paquetes sí tenían votos para el candidato independiente. Igualmente me comentó que algunos paquetes que fueron abiertos presentaban “votos planchados”, es decir, votos que no habían sido doblados para entrar a las urnas.

Así también, me dijeron que en la ciudad de Guasave los operadores del PAN fueron abordados en sus domicilios particulares por personas armadas que los amenazaban para que el día de la elección no trabajaran para Acción Nacional.

Todo este operativo violento y fraudulento no pudo ser operado más que desde el gobierno estatal, en mi opinión, como hace 30 años, en los tiempos de Toledo Corro en Sinaloa, se operó el fraude de 1986.

Parece que el tiempo no pasa y Sinaloa sigue jodido.

Diputado federal independiente
@ ClouthierManuel

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