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A principios de este año leí con preocupación el impacto que tendría la crisis de los ingresos petroleros en las finanzas públicas y, por ende, en la economía mexicana.
Sin embargo, al paso del tiempo empecé a cambiar mi preocupación por optimismo. Si bien esta crisis evidencia problemas estructurales de las finanzas del gobierno, es una gran oportunidad para corregir de fondo las finanzas públicas de nuestro país, porque al tomar medidas drásticas o “políticamente incorrectas” en materia de ingresos o reestructura del gasto público, ¿quién podría cuestionar que no era cierto que los ingresos petroleros se habían caído 40% en lo que iba del año, y que esta caída no obligaría a tomar medidas draconianas en el paquete económico gubernamental de 2016?
Con este razonar aplaudí cuando el secretario de Hacienda anunciaba que se elaboraría un Presupuesto Base Cero, que rompería con la tendencia inercial del presupuesto público. Vi en este anuncio una gran oportunidad de priorizar el gasto público poniendo el acento en el ser humano y en las grandes prioridades nacionales, que contribuyan a cerrar la brecha de la desigualdad de este país.
Hoy, al conocer el paquete económico para 2016 que presentó el Ejecutivo a esta Cámara de Diputados el 8 de septiembre, me generó una gran decepción.
El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2016 (PPEF) nos dice que el entorno económico desfavorable y la contracción en los ingresos del sector público derivó en una reducción del gasto público como sigue: gasto corriente: -1.1.%; gasto de inversión: -21.0%.
No entienden los gobernantes lo que el pueblo está pidiendo. El pueblo mexicano quiere que su gobierno gaste menos e invierta más. Porque el modelo fiscal es hartamente ineficiente y urge corregirlo, por lo que es lamentable que se esté desperdiciando esta gran oportunidad.
El sistema fiscal mexicano recauda poco, tiene una alta dependencia de los ingresos petroleros, nuestro gobierno es muy caro, el sistema tiene fugas por la alta corrupción derivada de una cultura patrimonialista en el ejercicio del poder y el gobierno le regresa poco a la sociedad en bienes y/o servicios de mala calidad.
Además, como nuestro gobierno ha decidido no dejar de gastar, vemos que a lo largo de estos 3 años de gobierno de Enrique Peña Nieto, la deuda gubernamental ha crecido estrepitosamente y si se continúa esta tendencia habrá que decir que creció irresponsablemente.
El secretario de Hacienda en su comparecencia ante los diputados nos dijo que la reforma financiera busca que en México haya más crédito y más barato, pero esto no será posible mientras los gobiernos sigan siendo los principales clientes de la banca privada.
La ortodoxia económica nos dice que la deuda de los países no debe exceder del 60% del PIB, y este parámetro es válido para países desarrollados, no para países emergentes como el nuestro donde tenemos que ser más conservadores en el gasto, en el déficit y en la deuda pública.
De continuar la tendencia irresponsable e ilegal en el déficit fiscal anual, nuestra deuda estará a finales del sexenio en parámetros cercanos al 50% del PIB, reduciendo radicalmente el margen de maniobra del gobierno federal.
Vemos en el paquete económico que el gobierno prefiere “fomentar” la inversión a través de las asociaciones público privadas (APP), donde se llevan implícitos 3 riesgos:
1.— Mayor corrupción en las licitaciones de estos contratos.
2.— Una deuda pública disfrazada al comprometer ingresos futuros del gobierno como fuente de pago.
3.— Riesgo de lavado de dinero si no se vigila y cuida con quien hace negocios el gobierno.
Vemos que el PPEF 2016 presenta el rubro de salud con un incremento inercial y no establece la prioridad presupuestal que debería como mecanismo redistributivo de riqueza.
El presupuesto también muestra al campo abandonado, en un momento en el que nuestros productores agrícolas más necesitan de su gobierno por el bajo precio de los granos a nivel internacional.
Con este paquete económico el pueblo mexicano lee mensajes contradictorios:
Por un lado que el gobierno sigue gastando igual, es decir mucho, invierte poco, la economía no crece, la corrupción sí crece, la deuda sigue creciendo y que la brecha de la desigualdad aumenta también, y el pueblo sigue jodido.
Diputado federal independiente.
@ClouthierManuel