Esta imprecisa pregunta se refiere a aquellos fenómenos que previsiblemente ocuparán un lugar importante en la agenda internacional de riesgos 2016. Fenómenos que tienen un impacto relevante en más de un continente y en cientos de millones de personas.

El primero, la recesión económica en China y la incertidumbre respecto de su evolución. Su impacto es global y los rebotes llegan a todo el planeta. Este fenómeno ha provocado la revaluación del dólar y con ello la devaluación del peso mexicano, en más de 30% en 2015. Difícilmente se revertirá el proceso en 2016. La declinación de las inversiones y compras de materia primas de China a Sudamérica, uno de los pilares del crecimiento económico en esa región en la última década, no tiene visos de mejora.

Aunado a lo anterior está la caída en los precios internacionales del petróleo. De 2012 a 2016, el precio del Brent pasó de 111 a 29 dólares, una caída de 73%. Para el gobierno de México esto significa una importante merma en sus ingresos fiscales. Sin embargo, para países como Venezuela, monoproductor y exportador, el acumulado significará la debacle económica… y política.

En 2016 habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos. La novedad, la polarización de la política en ese país, el descontento y desconcierto entre los electores y la aparición de candidatos extremistas. El año electoral inhibe iniciativas internacionales y resta impulso político a las actuales. La incertidumbre política impedirá que muchas cosas se muevan.

En Oriente Medio, el islamismo radical seguirá haciendo de las suyas y el balance entre países árabes y entre facciones del islam será, en el mejor de los casos, precario. La influencia de la Rusia de Putin versus la tibia presencia estadounidense del gobierno saliente de Obama en dicha región, puede complicar aún más el escenario. Las llamas podrían hacer fogata en cualquier momento.

La migración hacia Europa, procedente de Asia y África, no tiene visos de detenerse. Este fenómeno, combinado con la presencia de islamistas radicales entre los inmigrantes, ha convertido el tema en preocupación prioritaria de los europeos. Los miembros de la UE no necesariamente coinciden en las políticas a adoptar. Es previsible que este tema, lejos de resolverse, se complique aún más.

Las tensiones en el Lejano Oriente también podrían incrementarse. A la histórica tensión entre Japón y China, acentuada en los últimos años, puede sumarse el factor perturbador de Corea del Norte, que se ha convertido en el niño problema de la escuela que maestros y padres de familia no saben cómo manejar.

Ciertamente estos no son todos los temas de la agenda global, pero si aquellos que demandarán mayor atención por parte de los actores dominantes del sistema internacional. Otros como la desigualdad y la pobreza, el desarrollo sustentable o la aplicación del conocimiento para mejorar la calidad de vida de las mayorías, no serán prioritarios. Los actores dominantes piensan en el corto y mediano plazo —en particular los políticos—, que asumen a pie juntillas la máxima de Lord Keynes “en el largo plazo, todos estaremos muertos”.

Cuando los actores preponderantes deben concentrase en ciertos temas, la atención a otras regiones y a la cooperación internacional pierden fuerza. México no está entre los actores preponderantes. No está en manos de México influir en la evolución de la economía china, revertir la devaluación del peso, la caída de ingresos petroleros, u orientar la elección presidencial en Estados Unidos. Frente a estos temas a México sólo le queda ajustarse. Será un año complicado, lo que nos obliga a seguir con cuidado la evolución de dicha agenda pues, querámoslo o no, tendrá una marcada incidencia en nuestro futuro.

Director de Grupo Coppan SC.

lherrera@ coppan.com

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