El trágico episodio de hace unos días en Orlando puso en evidencia que el lobo existe. Sin embargo, todos parecen sorprendidos cuando aparece. Para acceder a armas como las que utilizó el homicida de Orlando todo lo que se requiere es una licencia de conducir. Se estima un haber de casi 300 millones de armas en los hogares estadounidenses, lo que prácticamente corresponde a un arma por habitante. En 2014, el cineasta estadounidense Michael Moore presentó en su documental Fahrenheit 9/11 la relación de los estadounidenses con las armas de fuego como algo tan cercano y necesario como la alacena de su casa.

A esto contribuyen varios factores. La tradición del poderío militar estadounidense, decisivo en su posicionamiento como primera potencia mundial. La familiarización de la población con las armas, como parte de su quehacer militar como ciudadanos. La importancia de la industria militar para la economía de ese país, primer productor y exportador de armas en el mundo. Y más recientemente, la expansión de la cultura del miedo y de sentirse rodeados de amenazas, sean los terroristas internacionales, los delincuentes o los inmigrantes.

En las últimas décadas han surgido en EU movimientos en contra de la fabricación, venta y posesión de armas por parte de los ciudadanos. La última iniciativa la impulsó el presidente Obama en 2015 y, como las anteriores, no tuvo éxito. La Asociación Nacional del Rifle (NRA), fundada en 1871, aglutina entre 4 y 5 millones de afiliados que defienden como a la niña de sus ojos su derecho a comprar, poseer y portar armas. Cuenta con uno de los lobbies más poderosos en el Congreso de ese país.

La autoridad encargada de controlar la producción y venta de armas de fuego en EU argumenta que la mayor parte de las armas no son utilizadas para delinquir. Sin embargo, 70% de 16 mil 121 homicidios registrados en 2013 se perpetraron con armas de fuego. El número total de muertes por arma de fuego ese año fue de 33 mil.

Las armas se producen y se venden en todo el territorio estadounidense, pero son también objeto de constante contrabando hacia México. Tan sencillo como comprarlas en las armerías del sur de Texas e introducirlas “discretamente” por la frontera terrestre. A pesar de que en México las leyes son restrictivas —y no permisivas— su disponibilidad es prácticamente ilimitada. En México se estima que existen 10 millones de armas. Un arma por cada 10 habitantes.

No hay mal que por bien no venga, dice el refrán. Ahora el evento más reciente abre el espacio político para un nuevo intento por controlar este mercado. De nuevo son los demócratas los que toman el liderazgo. Dicen los que saben que la mayoría de los afiliados a la NRA votan republicano.

Los expertos en prevención de la violencia y el delito argumentan que la disponibilidad de armas de fuego constituye uno de los principales factores de riesgo en una comunidad. Los sicólogos refuerzan esta visión al hablar de que es mucho más sencillo utilizar un arma de fuego que un arma blanca, pues esto último requiere de mayor destreza e implica mayor riesgo. Ahora todos dicen que hay que perseguir al lobo. Ojalá en esta ocasión la cacería sea más exitosa.

Especialista en temas de seguridad  y política exterior.
lherrera@coppan.com

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