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El PRI vive una debacle en el Estado de México. Eso dicen todas las encuestas. Los sondeos sobre las intenciones de voto dejan ver tendencias y sentimientos de los ciudadanos. Los que se han publicado coinciden en un dato y es contundente: 8 de cada 10 mexiquenses quieren que se vaya el PRI del gobierno.
La monarquía priísta, con sus diversas casas reales alternantes en el poder de la entidad durante ocho décadas, está en plena decadencia y descomposición. Concita el repudio popular mayoritario.
Después de haber logrado en 2012 su máxima aspiración: conquistar Palacio Nacional, ahora se encuentra al filo del despeñadero. El sueño acariciado por decenios, trasmitido “de generación en degeneración” y entrar a saco sobre el añorado botín del presupuesto hasta reventar las arcas de los bancos, constructoras, empresas transportistas y de otros giros; propiedad de sus vástagos y cómplices hidalguenses, españoles, brasileños y portugueses, se transformó en pesadilla. El peso de las alforjas del oro mal habido los hunde.
La oposición democrática mexiquense, el PAN y el PRD señaladamente, deben hacer un esfuerzo para concentrar fuerzas. Si la repulsa ciudadana al continuismo del tricolor se pulveriza, se frustrará de nueva cuenta la posibilidad de cambio. Hay una delicada responsabilidad histórica de sus abanderados y dirigentes.
En este contexto se llevó a cabo el primer debate público de las candidatas y candidatos a la gubernatura, mismo que demostró que del trío de aspirantes punteros la mejor y más preparada es Josefina Vázquez Mota.
El formato fue rígido y con exceso de participantes, lo que impidió, por un lado, el desarrollo de una auténtica confrontación de programas partidarios y por otro los constriñó a utilizar lemas y consignas en lugar de desarrollar tesis y fundar sus propuestas. Lo que dejó una sensación de ligereza y demagogia.
Los dardos y las acusaciones cruzadas le pusieron sabor al caldo y proporcionaron información para que los ciudadanos normen su criterio sobre quién es quién en esta contienda: su calidad moral así como de su temple y carácter.
En la discusión aparecieron dos graves riesgos:
Epidemia populista. Uno de los temas más discutidos y analizados en estos días es el populismo; el Brexit, la victoria de Trump, la tragedia de Venezuela, el ascenso de movimientos antisistémicos de variado signo ideológico y el encumbramiento al poder outsiders, motiva la reflexión sobre las consecuencias de esta grave enfermedad política, destructora de naciones.
El debate de antier en Toluca fue un festival populista; verdadera subasta al grito de ¡“yo regalo más dinero” voten por mí! Un tianguis de populistas contra populistas ofertando supuestos programas sociales que de ninguna manera pueden considerarse una estrategia seria para el desarrollo humano sustentable de los mexiquenses. El colmo fue la promesa delmacista del Salario Rosa. Al parecer no escucharon las recientes advertencias del gobernador del Banco de México: se agotó el dinero para regalar.
Yoyismo. Respaldados en cartelitos de gráficas con datos de fuentes ignotas, los ex alcaldes candidatos del PRI (Huixquilucan), PRD (Nezahualcóyotl), PT (Metepec) y Morena (Texcoco), proclamaron ser de lo mejor y merecer la gubernatura porque en su gestión hicieron maravillas. A su dicho, bajo su mando sus pueblos fueron paraísos de seguridad, honradez y hubo multiplicación de panes y peces. “Yo, nadie más puede”, dijeron entre líneas. Pero la realidad en sus municipios no se compadece con sus afirmaciones. Sobre todo en Texcoco, en donde los únicos que vivieron “requetebien” fueron los padrinos morenistas de Delfina, a los que les entregó los millones recolectados del diezmo robado al salario de los trabajadores del ayuntamiento.
Esperamos el segundo debate.
Analista político.
@L_FBravoMena