Los mexicanos estamos divididos en estos días en los que se acrecienta la mas peligrosa amenaza externa desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

En una de mis colaboraciones anteriores sostuve que la ola antimexicana que Donald Trump desató nos afectará gravemente. Gane o pierda, la animadversión hacia nuestro país ya está inoculada entre los electores y la comparten algunos segmentos de la clase política estadounidense. Recalará en el Capitolio y aún con Clinton en la Casa Blanca, producirá frutos amargos para la relación bilateral (04/08/16).

Semanas después el pronóstico empeoró por el encuentro Peña-Trump. Fracasó eso que podría llamarse “operación Moctezuma”: intentar conquistar al conquistador, obsequiándole un foro para lucirse y otorgándole el inmerecido trato de jefe de Estado.

El balance de los daños por este equívoco es ruinoso: el gobierno mexicano quedó en ridículo. No quiero imaginar los apuros de los miembros del Servicio Exterior del país para explicar esta pifia ante sus colegas de otras naciones. Fue un golpe demoledor para la respetabilidad de la diplomacia mexicana. Se entregó todo a cambio de nada.

El felón candidato se dio el lujo de presumir: fui, vi y vencí. Regresó jubiloso a Phoenix a presentar su programa de política migratoria y seguridad fronteriza. Ante una multitud exultante, sardónicamente ratificó todas y cada una de sus amenazas contra México. Sólo le faltó imitar a los generales romanos triunfantes y exhibir en una jaula al adversario derrotado. Quedamos mal con los Tirios trumpianos y con los Troyanos clintonianos, lo que significa que se redujo la lista de posibles aliados en la defensa del interés nacional.

En lo interno, el desaguisado hizo el efecto del estallido de una granada de fragmentación en el Sancta Santorum de Los Pinos. Los asiduos asistentes a ese cenáculo saltaron por las ventanas para deslindarse y denunciaron al autor intelectual y operador de tan peregrina idea. Al gabinete presidencial ya fracturado por ambiciones sucesorias, le costó la amputación del más influyente de sus elementos, para gozo y festín de sus competidores.

De la imagen del Presidente y la reprobación unánime a su desempeño mejor no hablamos. Insistir en este punto raya en sevicia. Ya veremos las calificaciones que obtendrá en las próximas encuestas. En espera de lo peor, lo urgente era salvar al PRI del naufragio. A la Sedesol va Miranda. El mejor para comprar votos, cooptar grupos y corromper a los opositores.

No le pregunten en que consiste el desarrollo social, su doctorado lo obtuvo con Montiel en Fuerza Mexiquense, vestido de camisa roja. Su tarea será fuente de conflictos con gobiernos y municipios de otros colores. Veneno puro para la legitimidad de las próximas elecciones y más crisis políticas en puerta. Su promoción equivale a poner la CNDH en manos del Negro Durazo.

En tanto el grupo en el poder se atrinchera para defender la plaza a sangre y fuego, la agraviada sociedad mexicana se moviliza por las mas diversas causas: maestros disidentes contra autoridades educativas, homofóbicos contra catolifóbicos o al revés, escoja el lector. Nunca los partidos estuvieron tan partidos por los autopostulados sin proyecto sustantivo. Como el Rey Sol casi todos sentencian: ¡ el programa soy yo! Y el que no está conmigo está contra mí.

Este 15 de septiembre, en lugar de festejar, muchos acudirán al Zócalo para gritar la demanda de renuncia al Presidente cuando aparezca en el balcón.

Urge un movimiento cívico, plural y democrático, que no persiga la toma del poder, sino exclusivamente el bien de la nación y el renacimiento de México.

Analista político.

@L_FBravoMena

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