Varias voces de analistas políticos, académicos, jóvenes apartidistas, así como militantes y simpatizantes del Partido Revolucionario Institucional, comparten el momento complejo que vive no sólo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), sino el sistema de partidos en México.

Esta es la primera vez que el PRI desde los años de la alternancia, gobierna menos entidades federativas que los partidos de oposición, de hecho, como resultado de la elección en 2015, sólo gobernará a 46% de las entidades que integran nuestra gran Federación.

Sería difícil comprender las circunstancias del PRI en la actualidad sin mirar el entorno geopolítico del mundo, tenemos un partido que fue altamente competitivo y exitoso durante 80 años, que en su origen se cohesionó en grupos para distinguir a: la militancia civil de la militar, a las mujeres de los jóvenes, al trabajo territorial de los economistas y así, ad infinitum.

Esta es la época de las mujeres. Como nunca antes, están en pleno ejercicio de sus derechos políticos y su asunción a los espacios de poder no debe agotarse en las cuotas, sino en la capacidad de transformar vidas con un modo distinto de hacer política, ese que recupera el valor de la ética y hace de la firmeza, una virtud acompañada de empatía y solidaridad. Una visión femenina de la política es sinónimo del respeto a la persona, así, sin adjetivos.

Tenemos que dejar de lado la simulación, si queremos cambiar los resultados, es hora de abandonar el viejo estilo de la política tradicional, opaca, formalista, disciplinada, que formaba cuadros y no ciudadanos críticos capaces de estructurar argumentos propios a partir de la pluralidad de la información que nos rodea en la era digital.

La pregunta inmediata es ¿cómo asumir estos retos? La respuesta no está en una persona, sino en las voces valientes que se atreven a expresar sus inquietudes, diferencias y anhelos en el siglo XXI. Es tiempo de hacer de la democracia participativa y del progresismo, la bandera del PRI, porque se advierten las olas de falsas soluciones a la crisis de legitimidad del sistema político, mediante figuras como las candidaturas independientes resguardadas en el ideario de un líder carismático o los gobiernos coalicionistas que solo terminan por cerrar la pinza del sistema de partidos.

Empezar por reconocer nuestro diagnóstico es un gran paso y, debo aclarar, no se trata de calificar o reprobar a nadie, solo una mente dogmática entiende la política como mala o buena; la apuesta de los priístas es convocar a la gente en cada lugar del territorio mexicano a reconstruir la manera de organizarnos para ser una fuerza política con planteamientos concretos que busca materializarlos en el ejercicio de gobierno. Una fuerza política que propone la rendición de cuentas y el combate a la corrupción sin simulaciones, porque las asume inherentes a la conducta de quienes lo integran y simpatizan.

Hoy nuestro partido atraviesa uno de los peores momentos, lo que nos lleva a hacer un llamado para una restructuración autentica del partido. El PRI tiene que dejar de ser de cúpulas y dinastías, para apostar por aquellos cuadros que han logrado ganar elecciones en el territorio nacional por la confianza que la gente ha depositado en ellos y que de manera rigurosa se proceda contra aquellos militantes que han actuado en contra de las bases y principios de nuestro partido.

Reconozco que no encuentro mejor oportunidad que nuestra XXII Asamblea Nacional, la primera cien por ciento digital e incluyente, sin gafetes ni pases VIP, para debatir las ideas que nos permitan renovarnos para sentar las bases de un nuevo PRI comprometido, que reivindique los derechos de los mexicanos.

¡Llegó la hora! Digamos adiós a la demagogia y abracemos la innovación disruptiva.

Senadora de la República, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables.

@LiliaMerodio

lilia.merodio@senado.gob.mx

Facebook: liliamerodioreza

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses