A inicios del mes, el gobierno federal anunció aumentos en la gasolina y las tarifas eléctricas, lo que llevó a que se emitieran juicios infundados, calificativos sin sustento o conclusiones erróneas. Ejemplo de ello es el mal llamado gasolinazo o los “pobres” resultados de la reforma energética. Pero lo que no se dice es que la reforma energética aprobada permitirá ir cambiando, de manera paulatina, el paradigma de los energéticos. Enfoquémonos en el llamado gasolinazo de agosto.

En el Congreso de la Unión, a finales del año pasado, aprobamos la Miscelánea Fiscal que incluye modificaciones a la Ley de Impuestos Especiales sobre Producción y Servicios. Ahí quedó delineada la venta de los combustibles para 2016 permitiendo, por primera vez, la venta de combustibles por parte de terceros al público. Seguiremos viendo gasolineras Pemex, pero empezaremos a ver gasolineras Gulf, Petro 7 o Hidrosina.

También aprobamos que para 2017 se permita la libre importación de gasolinas y diésel; y en 2018, los precios de los combustibles se determinarán bajo condiciones de mercado.

Importante mencionar que el esquema del impuesto se modificó al pasar una cuota fija a los combustibles automotrices con el fin de gravar las gasolinas (Magna y Premium) en función de su octanaje.

Ahora bien, respecto a la desinformación del precio de la gasolina mexicana como de las más caras del mundo, habrá que detenernos un poco. De acuerdo con Global Petroleo Prices (http://es.globalpetrolprices.com/), el promedio del precio de la gasolina en el mundo es de 18.42 pesos por litro, por encima de los precios que estableció el gobierno federal. Comparemos los precios con nuestros 10 principales socios comerciales.

Sólo cuatro socios comerciales tienen precios por debajo del nuestro (Venezuela, Estados Unidos, Colombia y Guatemala); Canadá está por encima de los 14.81 de nuestro país y del promedio mundial 18.42. En tanto Japón, Alemania, España, Reino Unido, y los Países Bajos se encuentran por encima del promedio mundial.

Lo único que veo es mal información. Cierto, la economía mundial no está pasando por los mejores momentos, pero las acciones del gobierno han sido responsables para mantener la estabilidad macroeconómica.

Respecto a las tarifas eléctricas, se necesita un mayor impulso a la transición energética no contaminante, como la eólica, solar, de biomasa o geotérmica para asegurar el abasto suficiente de energía con el menor impacto sobre el medio ambiente, disminuyendo gradualmente la dependencia del petróleo y aprovechando el potencial que tenemos. No me cansaré de repetir el potencial que tienen los estados del norte de México para generar energía solar y abastecer a casi todo el país a través de la producción de fuentes naturales, y así abonar en el combate al cambio climático que está afectando al planeta.

Es necesario que se aceleren los mecanismos para que la transición energética abastezca electricidad proveniente de fuentes renovables; que se abra la red eléctrica a productores de energía limpia; facilitar la concertación de proyectos de energía renovable a gran escala; se rediseñen los subsidios para el consumo de energía sustentable protegiendo a los grupos sociales más vulnerables; y dotar de apoyos directos y financiamiento para aquellos hogares que buscan ser responsables con el medio ambiente.

Un cambio de paradigma no es sencillo. Tenemos que ir adaptándonos y no mal informándonos. Diversifiquemos la canasta energética en el suministro, y hagamos que esta transición nos permita tener costos asequibles. No es una tarea fácil, pero sí es una tarea de todos.

Senadora de la República, presidenta de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables

@LiliaMerodio

lilia.merodio@senado.gob.mx

Facebook: liliamerodioreza

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses