Leonardo Curzio

Videgaray canciller

05/01/2017 |02:17
Redacción El Universal
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La reestructura del gabinete tiene implicaciones internas y externas que habrá que analizar con mucho detalle en las próximas semanas. La primera es la resurrección de Videgaray, que implica que el Presidente considera (o siempre consideró) que la decisión de invitar a Trump a México y abrir un canal de diálogo directo con él era la correcta. Si en su momento Osorio y Ruiz Massieu se opusieron a tal decisión, hoy queda claro que en la batalla burocrática y en el ánimo presidencial el ganador fue entonces y ahora Videgaray. Que esto tenga implicaciones en el reequilibrio del gabinete es claro, habrá que ver qué implicaciones tiene ésto en la sucesión. Pero ahora el asunto más importante de Videgaray es demostrar que abrir un canal de diálogo con la administración estadounidense, teniendo como casi único elemento su personalísimo aval, puede dar frutos. Para el Presidente no deja de ser riesgoso, pero no parece tener más cartas en la mano. No me cabe duda que el nombramiento presidencial implica un gesto de buena voluntad a un Trump que ha tenido hacia México gestos poco amistosos en estos días como presidente electo (Carrier, Ford). Si algo hemos aprendido en estos años de relación bilateral es que la sintonía personal de los presidentes o de otros funcionarios no implica una mejora sustantiva de la relación bilateral si el clima o el contexto no es favorable para impulsar nuevas agendas. Hoy está claro que para México lo mejor que puede ocurrir es mantener el status quo, lo cual es ciertamente poco alentador, pero hoy por hoy no podemos imaginar nada diferente. Si el flamante canciller consigue mantener el marco regulatorio comercial que hoy tenemos será un alivio para un país que de cualquier manera debe repensar su condición y diversificar sus relaciones económicas.

Otra posible implicación en el ámbito interno es que Relaciones Exteriores tendrá un titular particularmente poderoso, y eso necesariamente lo llevará a reconcentrar funciones y asignar mayores presupuestos. En el plano presupuestal la Cancillería siempre ha sido una suerte de patito feo. Los tabuladores son sensiblemente más bajos que los de dependencias como Hacienda y buena parte del trabajo que despliega lo realiza con personal limitado y que contrario a la imagen colectiva de que nuestros embajadores y cónsules viven en una suerte de exilio dorado, la verdad es que nuestras oficinas externas se las ven duras para desempeñar con decoro sus funciones. Pienso en el trabajo consular que se hace en Estados Unidos y vuelvo reconocer la entrega de nuestros funcionarios.

Internamente Videgaray podría escribir una página importante en la dependencia que hoy encabeza no tanto por mejorarla presupuestalmente, que bien le vendría, si no por redimensionar apropiadamente sus funciones externas. La primera de ellas el mismo Videgaray la sustrajo de la Cancillería y es la atribución de Hacienda de llevar el diálogo económico de alto nivel y buena parte de la relaciones económicas más relevantes. En México el canciller hace política y los temas económicos importantes los llevaba el secretario de Hacienda, así era en el G20 y en otros foros. Supongo que con Videgaray las cosas cambiarán y además de atraer a su órbita los temas económicos pedirá a la Secretaría de Economía que sus posturas comerciales (que desde los 90 le dieron una inusitada fuerza) ahora pasen a trabajarse previamente con la SRE. El tercer punto será el de la seguridad. En esta administración se decidió reforzar a Gobernación y concederle el manejo de la ventanilla única en la relación con Estados Unidos. Me parece obvio que esta postura hoy no tiene mucho futuro, pues el mensaje político que EPN está mandando es que toda la relación se manejará directamente desde la Secretaría de Relaciones Exteriores, algo que en los últimos años no había ocurrido.

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Es una gran oportunidad para la SRE el tener a un secretario tan poderoso como Videgaray, pero también observo que es un riesgo para México que la principal apuesta nacional para relacionarse con una administración tan hostil sea el buen manejo de una relación personal.

Analista político.

@leonardocurzio