A finales del año pasado y principios de éste, todo se confabulaba para anticipar un 2017 de descalabro. Pasado el primer trimestre, el panorama se ha aclarado ya que los primeros indicadores de actividad productiva publicados acusan que la economía no se ha detenido, el peso tiene su mejor nivel desde la victoria electoral de Donald Trump en noviembre pasado y la democracia liberal se ha ido imponiendo a las promesas de campaña en ese país.

A finales del año pasado, el mercado interno se desaceleró. Finalmente, las alzas a los réditos y las bajas persistentes en inversión pública, terminaron por restarle impulso, ya que el crecimiento en el consumo no alcanzó a compensar el efecto de la caída en la inversión.

Asimismo, la producción manufacturera perdió vigor por la contracción de la demanda externa, reflejo del bajo crecimiento de la producción industrial y del Producto Interno Bruto (PIB) de EU (1.6% en 2016).

Los datos de enero del IGAE mostraron un aumento de 0.27% y éste representó el noveno crecimiento consecutivo para la actividad económica global.

Asimismo las exportaciones totales (incluidas las manufacturas y las petroleras que tuvieron una importante recuperación) crecieron a una tasa anualizada de 8% en febrero, de tal suerte que el saldo de la balanza comercial fue superavitario, frente a un déficit de casi 800 millones de dólares registrado en el mismo mes de 2016.

De igual manera, la tasa de desempleo y subempleo en el segundo mes del año bajaron (3.5% vs. 4.3%) y (7.3% vs.7.9%), respectivamente. De hecho, la tasa de desempleo urbano llegó en el mismo mes a 3.78%, siendo la más baja desde 2005.

Empero no todas las noticias son buenas, la inflación anual en las dos primeras semanas de marzo, continuó su tendencia alcista, ésta se ubicó en 5.29% y la subyacente en 4.32%, niveles no vistos desde 2009 y 2010, respectivamente.

Y sigue latente el riesgo de un mayor impacto del pass through, ya que se prevé que el tipo de cambio vuelva a estar cercano a los 22 pesos por dólar ante las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a finales de año.

El desequilibrio externo si bien se espera que sea menor que en 2016, éste sigue no estando totalmente cubierto por recursos de largo plazo. Este año el déficit en Cuenta Corriente se estima totalice 27 mil millones de dólares frente a 22 mil millones de dólares de Inversión Extranjera Directa esperada.

Este factor aunado al deterioro de la confianza de los agentes económicos y el endurecimiento de la política monetaria (el Banco de México llevó el pasado 30 de marzo a 6.50% su tasa de referencia, en línea con el aumento que hiciera la Reserva Federal hace tres semanas de 25 puntos base sobre la suya), afectarán a la demanda interna.

Asimismo, el tema Trump sigue representando una nube en el horizonte y siendo 2018 un año electoral, se mira con dificultad el logro de una consolidación fiscal, poniendo en riesgo la calificación soberana para México y por ende dificultando el acceso del país al mercado financiero ante un posible recorte de la calificación.

La política monetaria continuará enfrentando un ambiente de incertidumbre. El nivel que alcanzara ésta y el número de intervenciones por parte de la Comisión de Cambios, con el fin de estabilizar el peso, serán muy dependientes de los riesgos asociados a las medidas implementadas en EU.

En virtud de que en el país también tendrán que sortearse otras dificultades como: un posible impuesto a las importaciones y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN). Así las cosas, el país crecerá 1.5% este año, la tasa más baja del gobierno del presidente Peña.

La insistencia de fortalecer las instituciones y revitalizar las reformas estructurales, seguirá siendo el tema principal en la discusión interna.

Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte.

E-mail: idea@anahuac.mx

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