La historia nos enseña lo mucho que podemos perder cuando amenazas y convulsiones, tanto internas como externas, nos encuentran desunidos. Sin embargo, también hay evidencia de lo contrario: cómo, en la unidad, hemos salido adelante.
El 2017 es un año de prueba para todos los mexicanos. En el que hay que tener una visión y una actitud a la altura. Hay cuatro desafíos evidentes para el año que comienza:
Las incógnitas y peligros concretos ante lo que se plantea como un cambio de régimen y de prioridades y lineamientos en la política económica de Estados Unidos.
México debe asumir el reto con unidad, dignidad y una visión clara de nación: de los intereses nacionales y los de nuestros compatriotas en Estados Unidos, pero también de lo que no se ha hecho en la relación bilateral y de las áreas de mejora y potencial. Poner en la balanza fuerzas y debilidades, amenazas y oportunidades.
Es con ese enfoque como podremos encontrar coincidencias y negociar desde una mejor posición.
La necesidad crítica de preservar la estabilidad macroeconómica, a fin de tener mayor solidez y margen de maniobra ante ese escenario internacional convulso. Para asegurar que nuestro mercado interno pueda seguir creciendo, mientras se mantiene y fortalece una recuperación del poder adquisitivo de las familias.
No sólo hay que cuidar los equilibrios clave: es indispensable corregir distorsiones que se han incrementado de forma inaceptable. Es crucial que se cumpla con la política de saneamiento de las finanzas públicas y considerar nuevos esfuerzos en esa dirección.
Necesitamos que efectivamente haya una reducción del gasto, del déficit y la deuda.
A pesar de la perspectiva poco favorable, el crecimiento podrá sostenerse, alrededor del 1.7 por ciento. Podría ser más, dependiendo de los acontecimientos y lo que hagamos para estimular la inversión, la productividad, el empleo.
Debemos ser consistentes en la implementación de las reformas para sentar las bases del desarrollo sostenible, pero también se necesita redondear un paquete efectivo de políticas y acciones que incentiven la actividad económica en lo inmediato.
Hay que impulsar proactivamente el mercado interno y alternativas de diversificación de la oferta exportable. Pensemos en el potencial en el desarrollo regional y competitividad logística, con las sinergias y economías de escala que podemos lograr conjuntando el despegue de las Zonas Económica Especiales con las inversiones derivadas de la Ronda 1.4. de la Reforma Energética.
Hay que redoblar esfuerzos en materia de encadenamientos, conectando sectores de punta y de alto crecimiento con las pequeñas y medianas empresas.
Desde este primer trimestre, estaremos acordando –sector público y privado–medidas emergentes muy concretas que incidan en la confianza de familias y empresas, en su capacidad para realizar sus proyectos.
El Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar, con medidas concretas para el fomento de la inversión, la estabilidad del empleo y facilidades para las empresas, es un primer paso en esta línea.
Allí detallamos acciones concretas, como un decreto de repatriación de capitales con el que podrían regresar al país hasta $10 mil millones de dólares. La reasignación de capital para la banca de desarrollo a fin de potenciar el otorgamiento de crédito en sectores estratégicos, como el energético, infraestructura y telecomunicaciones. Se trata de $18,000 millones que pueden ser utilizados para garantías y que representan hasta $414,000 mil millones de crédito potencial a través de la banca comercial.
Además, bajo el esquema de Asociaciones Público-Privadas (APPs) se detonarán mayores inversiones para la creación de infraestructura, y se impulsará el desarrollo en las Zonas Económicas Especiales, mediante 81 proyectos de infraestructura con inversiones en los próximos 10 años.
A partir de este año aplicará un esquema simplificado y eficiente de tributación para empresas pequeñas, liberando costos administrativos que podrán dedicarse a mayor inversión. Entrará en vigor un nuevo estímulo fiscal a la investigación y desarrollo de tecnología y se renovará la depreciación acelerada de las inversiones para las empresas pequeñas y medianas.
Por supuesto, hay muchas otras medidas que podrán complementarse e incorporarse. Pero hemos dado un paso adelante con contundencia.
Consolidar los cambios institucionales por el Estado de derecho efectivo, la gobernabilidad democrática y la eficiencia, la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión pública.
Que éste sea nuestro homenaje ante el centenario de nuestra Constitución Política. 2017 debe ser el año la lucha contra la corrupción; de implementar el Sistema Nacional Anticorrupción para que empiece a dar resultados contra la impunidad; de apuntalar las reformas en materia de justicia y transparencia y de completar las que faltan en temas como seguridad pública e interior.
Cada desafío puede ser una oportunidad. Con esa actitud debemos afrontar el año entrante: responsabilidad ante la coyuntura inmediata, visión de largo plazo y, sobre todo, unidad de los mexicanos en los principios y objetivos que deben unirnos, más allá de nuestras diferencias.
Juan Pablo Castañón Castañón
Presidente del Consejo Coordinador Empresarial
@jpcastano